LOS AMIGOS
LUNES CRÍTICO
Marta Salas
07:46 31/08/20
No piden, dan.
No juzgan, escuchan.
Se alegran de tu buena suerte y se lamentan si es mala.
No requieren fichar contigo, el tiempo en que no
los ves, no les resta afecto.
Te abrazan, te besan y te corresponden.
Están ahí, en las buenas y en las malas.
Quieren a tu buena familia, sin conocerla.
Igualmente, se preocupan de tus hijos.
Te miran de frente, siempre; no bajan la mirada.
Te piden perdón, si toca.
Te felicitan, también si toca.
No hablan mal a tus espaldas, jamás.
Si mienten, siempre es mentira blanca, con el objeto de no hacer daño. Si callan, por el mismo motivo.
Siempre se alegran de verte, aun con resacas.
Lloran y ríen contigo. Aún si desconocen el por qué. Por complicidad, por sentimiento, porque sí.
Les importa lo que a tí, por solidaridad.
Los amigos te ayudan, se ofrecen, se emocionan.
Los amigos te cobijan si pierdes tu casa.
Te acompañan si te falta el valor, la fuerza y la luz.
Te dan calor cuando el frío.
Te refrescan cuando el calor, también los buenos recuerdos.
No olvidan, pero si perdonan.
Se desnudan sin pudor, o con el justo necesario.
Te rascan, si te pica.
Te alivian, si te duele, a veces, hasta consiguen curarte.
Te peinan el alma cuando ésta se enreda.
Te dan azúcar para remontar, o sal, si eres de salado.
Te prestan la muleta, a veces, las dos.
Te regalan la sonrisa, aunque les suponga otra larga espera hasta recuperarla.
Te ofrecen el hombro, el codo, la rodilla y el trasero si hace falta.
No piden fianza, se afianzan, siempre sin contrato, sin necesidad de abogado ni notario.
No hacen la guerra, al menos contigo, sí a tu lado.
Rectifican sin ser sabios.
Se responsabilizan, sin ser responsables, para destensar la goma si va a romperse, la que os une.
Te miran, te observan, pero no te espían.
Respetan hasta la sinrazón, cuando el chapapote te salpica.
Se hacen voluntarios para quitarte el chapapote ese de encima.
Aprietan, pero nunca ahogan, te lanzan el salvavidas a tiempo.
Te miman de modo irresponsable, el mimo no requiere de medida ni normas.
Pon, al menos, un amigo en tu vida, mejor, incluso dos, tres son multitud si no eres afortunado. Haz lo propio con ellos, cuídalos y mantenlos siempre a flote. La amistad fluye, no se elige ni se compra, tampoco se destruye si es de verdad.
Eso es todo amigos.
No juzgan, escuchan.
Se alegran de tu buena suerte y se lamentan si es mala.
No requieren fichar contigo, el tiempo en que no
los ves, no les resta afecto.
Te abrazan, te besan y te corresponden.
Están ahí, en las buenas y en las malas.
Quieren a tu buena familia, sin conocerla.
Igualmente, se preocupan de tus hijos.
Te miran de frente, siempre; no bajan la mirada.
Te piden perdón, si toca.
Te felicitan, también si toca.
No hablan mal a tus espaldas, jamás.
Si mienten, siempre es mentira blanca, con el objeto de no hacer daño. Si callan, por el mismo motivo.
Siempre se alegran de verte, aun con resacas.
Lloran y ríen contigo. Aún si desconocen el por qué. Por complicidad, por sentimiento, porque sí.
Les importa lo que a tí, por solidaridad.
Los amigos te ayudan, se ofrecen, se emocionan.
Los amigos te cobijan si pierdes tu casa.
Te acompañan si te falta el valor, la fuerza y la luz.
Te dan calor cuando el frío.
Te refrescan cuando el calor, también los buenos recuerdos.
No olvidan, pero si perdonan.
Se desnudan sin pudor, o con el justo necesario.
Te rascan, si te pica.
Te alivian, si te duele, a veces, hasta consiguen curarte.
Te peinan el alma cuando ésta se enreda.
Te dan azúcar para remontar, o sal, si eres de salado.
Te prestan la muleta, a veces, las dos.
Te regalan la sonrisa, aunque les suponga otra larga espera hasta recuperarla.
Te ofrecen el hombro, el codo, la rodilla y el trasero si hace falta.
No piden fianza, se afianzan, siempre sin contrato, sin necesidad de abogado ni notario.
No hacen la guerra, al menos contigo, sí a tu lado.
Rectifican sin ser sabios.
Se responsabilizan, sin ser responsables, para destensar la goma si va a romperse, la que os une.
Te miran, te observan, pero no te espían.
Respetan hasta la sinrazón, cuando el chapapote te salpica.
Se hacen voluntarios para quitarte el chapapote ese de encima.
Aprietan, pero nunca ahogan, te lanzan el salvavidas a tiempo.
Te miman de modo irresponsable, el mimo no requiere de medida ni normas.
Pon, al menos, un amigo en tu vida, mejor, incluso dos, tres son multitud si no eres afortunado. Haz lo propio con ellos, cuídalos y mantenlos siempre a flote. La amistad fluye, no se elige ni se compra, tampoco se destruye si es de verdad.
Eso es todo amigos.