CENAS DE EMPRESA
CENAS DE EMPRESA
“Al final seremos 42...”
“¡¡¿¿Pero no dijeron 36??!!... no tenemos lugar donde ubicarlos, estamos completos...”
Al otro lado del teléfono, Marcos sufre una angustia vital elevada al cubo, como si un diagnóstico le asegurase no más de un mes de vida.
El día 22, los 42 entraban, de malas maneras, en aquella mesa para 36, bien apretados.. entre el grupo, un He-Man, con un traje prieto, camisa brillante abierta hasta el esternón y un paquete descomunal (parecía inhumano) comprimido en su pitillo pantalón... cumplido su plan: PRIETO contra Marisol, Jefa de la Sección de Ventas.
Comenzó la cena amable, codo con codo (literalmente). En el restaurante, hacía dos días que no funcionaba la calefacción, al parecer reventaron las cañerías debido al hielo acumulado en esos días extraordinariamente gélidos: los más fríos del último siglo según las noticias.
Marcos no tenía frío, Marisol flirteaba con Imanol, su fiel secretario .... y sentía cómo el corazón le salía por la garganta... los ojos se le llenaban de ira y la camisa de poliéster lila le aprisionaba cada vez más ...
Para el segundo plato, el alcohol corría a la velocidad del sonido por las venas de los comensales, se escuchaban ya carcajadas, jotas desentonadas, algún que otro insulto, y los lloros irrefrenables del conserje, que había firmado el finiquito esa misma mañana. Se hizo de pronto el silencio, cuando Marcos rebanó el cuello de Imanol con el cuchillo de aquel chuletón que no había probado, seguidamente el pánico, la estampida, algún vómito volador y las carcajadas del conserje al que no le importaba ya nada dejar esa puta empresa. Marcos no se inmutó, hasta comprobar, fuera de sí, cómo en el gesto brutal, certero y asesino de la cuchillada, aquel pantalón 2 tallas por debajo de lo recomendable para su hechura había dicho “hasta aquí” reventando con un extraño sonido de alivio y placer, dejando ver su ausencia de ropa interior y dos calcetines de deporte a modo de falso paquete .... todo había salido mal, muy mal.
Continuará.... o no.
Y es que, pasar de relacionarse en un medio de tensión laboral a una cena de empresa, desencadena (con grandes dosis de alcohol, imaginación, pretensiones y planes) situaciones de lo más surrealistas. El lunes, en el reencuentro, a las 8.30 hrs, el más valiente va con la cabeza alta y todos pasan a ser perfectos desconocidos... al menos -dicen..-que el nuevo conserje tiene un buen polvo, ese que ninguno echó aquella fatídica noche en la que todos deberían haberse quedado en casita.