OPINIÓN

¡¡TONGO!!

Vacuna Covid-19. Imagen de archivo

Mi capacidad de sorprenderme se va superando por momentos.

Pensaba que una cosa era dar una autorización de uso a un producto farmacéutico por “situación de emergencia”, y ahí se puede contraponer toda la información que tenemos en nuestras manos para rebatir esa falsa “necesidad por situación de emergencia”

… y otra cosa es que la FDA norteamericana, el regulador de la salubridad de alimentos y productos farmacéuticos en EEUU., el adalid de las sumas garantías en la autorización o denegación de permisos en EEUU., apruebe un fármaco para uso generalizado en el país.

No pretendo aburrir al lector pero si ya con las autorizaciones de las inoculaciones Covid-19 por “situación de emergencia” era algo como un conejo sacado de la chistera de un prestidigitador, la aprobación definitiva de la “Comirnaty” de Pfizer/BioNTech no tiene descripción posible.

Bueno, me salen una serie de obscenidades exclamativas que no voy a tener la osadía de plasmar en este escrito. Por eso, he preferido la palabra que he puesto como titular: ¡¡Tongo!! Y todos sabemos el significado de lo que quiere decir. Un amaño encubierto dando como resultado algo ficticio, irreal, sin luz ni taquígrafos.

Pero todo ello se convierte, en la situación social mundial en la que nos han metido, en una auténtica burla… y además con visos de oficialidad académica. Insuperable. ¿Insuperable? A ver qué nos espera vivir más adelante.

El caso es que la FDA otorgó a la inoculación de Pfizer/BioNTech la “autorización por emergencia” (EUA) el 11 de diciembre de 2020 para su uso en personas mayores de 16 años. Algo que sirvió de inicio de camino para la posterior autorización y uso de las que iban a venir después.

Esa autorización (EUA) suponía en la práctica una excepción a los diversos controles rigurosos en calidad y tiempo que la agencia exige a cualquier producto farmacéutico para ser comercializado en EEUU. Y todo ello porque el país estaba “en una situación de alarma sanitaria y sin otras posibilidades terapéuticas que usar”.

¿Y cómo se puede determinar que una nación está en crisis sanitaria sin parangón? Bueno, pues, en primer lugar, ateniéndonos a los datos de afectados y caídos por la enfermedad.

¿Y quién ha dictado los datos sobre esa realidad? Pues los CDC, el Centro de Control de Enfermedades de EEUU. A mi manera de ver las cosas, no sólo por este caso sino por otros muchos dislates, se comportan como los primos (o cuñados) de la FDA (o viceversa).

Tras la formación de listas hiperexageradas de afectados, por la utilización de PCRs con umbrales de amplificación totalmente fuera de lugar, que hicieron que el número de afectados creciera una enormidad. Con diagnósticos de fallecimientos que fueron manipulados para aumentar las listas de fallecidos Covid.

Con la prohibición expresa del empleo de sustancias que la experiencia de muchos especialistas de primera fila afirmaba de su efectividad y buena tolerancia (y, sobre todo, de lo baratos que eran).

Con la campaña de miedo institucional y trabajada a diario por los medios de comunicación masivos. Con la censura en los medios y redes de toda información que disintiera de las “verdades y cifras oficiales”.

Con la única salida que le quedaba a la población frente al bicho, la bendita vacuna, en espera de alcanzar la inmunidad grupal. Se puede ver en hemerotecas cómo la vacuna se fue vendiendo como única salida eficaz, y se fue alentando su espera ansiosa, desde primeros de 2020.

Recuerdo las presiones de los políticos (gobiernos, partidos políticos), haciéndose eco de los intereses de la población, dirigiendo sus mensajes a los reguladores de fármacos (en Europa la AME, la MHRA británica) para aprobar cuanto antes las vacunas que las empresas farmacéuticas estaban poniendo a su servicio con una diligencia digna de encomio.

Con unas pruebas de eficacia y seguridad mínimas, y en una campaña de marketing empresarial descomunal (riñas por ver qué producto superaba al anterior en eficacia: 90-94-95%) los primeros inyectables (de Pfizer/BioNTech) se fueron inoculando en la población en diciembre de 2020.

Con una cifras de eficacia totalmente propagandística, ficticias, no reales (aunque los números no eran falsos). No decían que la reducción del riesgo absoluto de padecer una Covid-19 leve-moderada de cada inoculado por esos productos rondaba, y a veces no llegaba, al 1%… Ésa era la cifra a leer por el público y no el 95% empleado.

En fin, fueron apareciendo los primeros casos de anafilaxia. Y los sistemas de farmacovigilancia representaron un acto de responsabilidad prometiendo ser fieles a su cometido y velar por reflejar los datos de seguridad de cada producto.

Estamos a ocho meses del inicio de las inoculaciones, y los sistemas de notificación de reacciones adversas, todos ellos a base de registros voluntarios, dan unas cifras enormes de afectados (generales, graves y muertes). Pero es que, además, se sabe que este tipo de sistemas sufren de un infrarregistro de base: se calcula que dan entre un 1-10% de los casos reales de reacciones adversas.

¿Por qué sucede esto? En gran medida porque mis queridos colegas médicos no creen que los productos que estén inoculando tengan relación con muchos casos de síntomas, enfermedades, incluso muertes, que se han dado a las pocas semanas de la inoculación.

No se busca la relación entre inoculación y la patología, con lo que generalmente no se determina esa relación. Fácil de entender. Es la realidad. En Medicina, lo que no se tiene en cuenta como posibilidad, no se diagnostica.

¿Y cómo se puede salir de esa situación? Pues, por ejemplo, como ha pedido el patólogo jefe de la Universidad alemana de Heidelberg, el Dr. Peter Schirmacher, con más autopsias en las personas fallecidas posterior a su inoculación.

Teniendo en cuenta que en un trabajo conjunto con fiscalía, policía, patólogos y médicos residentes en Baden-Württemberg, han obtenido entre un 30-40% de casos en los que los fallecimientos se relacionan con efectos adversos a la inoculación

Sabiendo como se sabe que las “proteínas spike” son capaces de generar un daño sobre las paredes internas de los vasos sanguíneos, con las consiguientes reacciones trombóticas por todo el organismo…

Sabiendo que se puede reaccionar con infartos de miocardio, con accidentes cerebrovasculares (ictus), con cuadros de diseminaciones de microtrombos por todo el organismo o por cualquiera de sus partes…

En fin, sabiendo que en EEUU se han notificado en estos ocho meses más de 6.000 fallecimientos relacionados; en la Unión Europea, más de 21.000 fallecimientos relacionados; a través de la tarjeta amarilla de los MHRA británicos, más de 1.400 fallecimientos relacionados…

Sabiendo que las cifras de nuevas afectaciones y muertes en países con unos índices de inoculación muy altos, siguen acechando por las nuevas variantes

Sabiendo que las inoculaciones que nos han vendido como eficientes al 95% no sirven para preservar de la infección ni para evitar la contagiosidad

Un estudio reciente ha mostrado unos niveles de carga vírica en personas inoculadas que supera en 251 veces (repito, supera en 251 veces) las cifras de las personas antes de la campaña de inoculación masiva.

Pues sin más pruebas ni nuevos datos reales de eficiencia y salubridad, va y la FDA se saca de la chistera una aprobación a la venta y distribución de la “Comirnaty”. En esencia es el mismo producto que la inoculación de Pfizer/BoNTech autorizada en mayo por EUA. La única diferencia es que a los envases que ponga vaccine Pfizer/BioNTech, sujetos a la EUA, los norteamericanos se pueden negar… y a los nuevos donde ponga “Comirnaty”, no. Hay temas legales en los que no voy a entrar porque se me escapan.

A lo que voy es que, los chicos de la FDA, primos de los chicos de los CDC, sin necesidad de ninguna reunión previa con expertos independientes de la sanidad norteamericana, sin espacios previos desde donde se les preguntara sobre esos datos incuestionables por los que iban a aprobar la vacuna, han dado su visto bueno a ese engendro de producto.

No importa que los estudios de fase tres estén sin acabar.

No importa que los datos utilizados sean los de unos pocos meses.

No importa que los de Pfizer/BioNTech, como las demás, se hayan cargado, hayan destruido, el grupo placebo de todos sus estudios, por lo que no se va a poder discriminar los efectos de las sustancias estudiadas respecto a placebo.

No importa que la Ciencia haya encallado en la costa de los intereses lucrativos y de poder de las empresas y de sus dueños (no olvidemos que son los dueños del mundo).

El 18 de agosto del año pasado, la FDA se comprometió a utilizar un comité de expertos independientes para garantizar que las deliberaciones sobre la autorización o la concesión de licencias sean transparentes para el público.

Pues va a ser que no. La FDA considera que ya se ha reunido ampliamente con su propio comité asesor durante todo 2020, y no consideraba necesaria una nueva reunión para la aprobación de esta solicitud de licencia de Pfizer/BioNTech.

¡¡Ahí te jodas!! Efecto de transparencia total.

Saben que los argumentos que hay encima de la mesa sobre su comportamiento anticientífico son irrefutables. ¿Qué podían hacer? ¿Exponerse a esas preguntas abiertas con datos concretos que dinamitarían el proceso de aprobación de forma perfectamente razonable? Pues no.

Otro paso hacia adelante. Y, además, con chulería. Dice la comisionada de la FDA en un comunicado de prensa este mismo lunes:

“La aprobación de esta vacuna por parte de la FDA es un hito a medida que continuamos luchando contra la pandemia de COVID-19.”

“Si bien ésta y otras vacunas han cumplido con los rigurosos estándares científicos de la FDA para la autorización de uso de emergencia, como la primera vacuna COVID-19 aprobada por la FDA, el público puede estar muy seguro de que esta vacuna cumple con los altos estándares de seguridad, eficacia y calidad de fabricación que la FDA requiere de un producto aprobado.”

Cómo se les llena la boca de “ciencia” (con minúsculas) con esas palabras. Da vergüenza ajena que alguien se trague esa mentira. Y más mis compañeros de profesión. Bueno, pues, como en otras ocasiones, la bola se irá repitiendo, repitiendo… hasta que se transforme en una verdad incuestionable para la sociedad.

Inmediatamente, el director ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla, expresa en un comunicado: “Espero que esta aprobación ayude a aumentar la confianza en nuestra vacuna”.

Robert Kennedy Jr., defensor de los derechos de los ciudadanos nortemericanos frente a grandes corporaciones y las agencias gubernamentales en temas ambientales y de vacunación, reaccionó con las siguientes frases:

“Ahora se creen tan poderosos que se están desnudando fuera de todas las pretensiones de que se trata de salud pública, y están revelando abiertamente la corrupción.”

“Éste es un esquema siniestro para imponer una vacuna con fallas graves que ya ha hecho historia con muertes y lesiones récord, que no previene la enfermedad ni la transmisión, y no mejora la mortalidad.”

“Los datos semestrales más recientes de Pfizer muestran que si bien el pinchazo previene algunas muertes por COVID, causa más ataques cardíacos que producen una pérdida neta de vidas.”

Lo dicho: ¡¡Un auténtico Tongo!!

Salud para ti y los tuyos.