Todo va muy deprisa
Los frentes son varios y diversos, pero todos confluyen en lo mismo: la población es, a la vez, la gran convidada de piedra, y la parte sufridora de las consecuencias de un engaño generalizado.
Y voy por partes… hasta donde llegue (no quiero cansar a los sufridos lectores).
Algo que había anotado en mi cuaderno de bitácora, donde reposan las noticias, artículos, datos que voy leyendo, es el tema de la vacunación Covid-19 en niños.
Las grandes farmacéuticas que han desarrollado las vacunas Covid-19 ya han puesto en marcha diversos estudios, con los niños como objetivo. Moderna comenzó en diciembre 2020 sus estudios en niños de 12 años a jóvenes de 17 años, y a mediados de este mes de marzo en niños entre 6 meses y 11 años.
Pfizer/BioNTech también está estudiando esas franjas de edades en niños, desde los 6 meses a los 11 años, y en febrero pasado puso en marcha estudios similares (ya de fase 2 / fase 3) en mujeres embarazadas de más de 18 años.
Dice Pfizer:
“Junto con nuestro socio (alemán) BioNTech, hemos administrado dosis a los primeros niños sanos en un estudio global de fase 1/2/3 continua, para evaluar más a fondo la seguridad, la tolerabilidad y la inmunogenicidad de la vacuna COVID-19 de Pfizer-BioNTech”.
¿Fase 1/2/3 continua? Dicen que el tiempo es oro… y se me ocurren, así, de sopetón, unas preguntas retóricas: ¿Para qué “perder el tiempo” y calibrar cada fase de estudios clínicos? ¿No les parece que, en la construcción de cualquier fármaco, para algo se han estipulado las distintas fases de forma separada? ¿No convendrá observar a detalle y estudiar los resultados de cada una de las fases antes de seguir con la siguiente?
Por otro lado, me pregunto sinceramente: ¿qué padre o madre dejaría que le inocularan a su bebé o a su niño pequeño con un producto experimental de terapia génica sin comprobación previa suficiente tanto en animales como en personas adultas? ¿Qué mujer embarazada en su sano juicio dejaría que experimentaran con ella dichos fármacos génicos para ver qué puede suceder en el hijo que lleva en las entrañas? Pues debe haberlos. Me quedo sin palabras.
Ahora mismo acabo de leer que Pfizer ha lanzado un comunicado sobre la eficacia de un 100% (no se andan con chiquitas en su propaganda) en su fármaco génico entre los niños de 12 a 15 años. Ya veremos en qué queda esto. Lo que ya van a solicitar que se les pueda vacunar a los chavales de esta edad antes del siguiente curso escolar. Lo que digo: esto va a toda velocidad…
Otros tantos estudios está organizando Johnsson&Johnsson. Como leo en un medio:
“Johnson&Johnson primero probará su vacuna en niños mayores de 12 y menores de 18, pero planea comenzar inmediatamente después un estudio que incluya a recién nacidos y adolescentes. Luego, la compañía testeará su vacuna en mujeres embarazadas y, finalmente, en personas inmunodeprimidas.”
Y este interés desmedido en vacunar a los niños… ¿para qué? A esta pregunta responde una pediatra de HM Hospitales y de la Unidad de Ensayos Clínicos de la fundación HM, cuyo nombre voy a omitir por pura vergüenza ajena:
- “Los niños sufren una tasa de hospitalización por Covid-19 similar a la gripe”. (Y yo me pregunto: ¿y?).
- “Se desconoce si las nuevas variantes pueden resultar más graves en los niños”. (Un gran argumento, sí señor).
- “Les protegería del “muy raro” (sic) síndrome inflamatorio multisistémico”. (Otro argumento de 10).
- “Generará una redundancia en la mayor protección a los adultos”. (Impresionante argumento, cuando se sabe que la transmisibilidad, la contagiosidad de la Covid-19 de los niños es muy inferior a la de los adultos).
- Y, como en toda quema de fuegos artificiales, acaba con una traca final: “les facilitaría su vida social, la vuelta al colegio, los juegos sin mascarillas y la convivencia con niños de otras familias”. (¿A quién quiere engañar esta pediatra?).
Y un compañero de fundación asoma la siguiente idea: incluir la vacuna frente a la Covid-19 en el calendario vacunal infantil junto a alguna otra antes de los 6 meses.
Unos pocos datos para estas personas que no sé cómo tienen el honor de llamarse pediatras, profesionales que, en teoría, deben velar por la salud de los niños.
Voy a colocar a continuación la última tabla del RENAVE, la red de vigilancia en Salud Pública del gobierno español, en cuanto a mortalidad por edades por causa Covid-19 (y eso habría que verlo caso por caso) hasta el 24 de marzo de 2021.
Desde el 10 de mayo de 2020 hasta la fecha (24 de marzo de 2021), en España ha muerto un único niño menor de 2 años por esta causa; otro en la franja de 2 a 4 años, y cuatro entre los 5 y los 14 años.
Implantar esta vacuna en el calendario vacunal infantil no sólo sería un despropósito, una aberración, sino llevar a nuestros niños a una situación de posible peligro ante unos fármacos que no tienen, hoy por hoy, la seguridad y la eficacia que pregonan.
Pero no sería de extrañar que terminaran imponiéndola, tal y como pusieron la vacuna frente a la hepatitis B a los recién nacidos. ¡¡Tamaño dislate!!
Volviendo a la Covid-19, se sabe (para quien quiera leer estudios científicos) que los niños habitualmente se contagian más de los adultos… y no al revés. En los países en los que no se cerraron las escuelas, no se dieron prácticamente contagios entre los profesores a causa de los niños. ¿Se quieren enterar de una vez?
Tema pasaporte vacunal. Otro tema peleagudo en el que muchos gobiernos están pisando el acelerador con intensidad. Y para no ser menos, el gobierno español, es de imaginar que con el objetivo de que vengan turistas en verano, ha sido de los primeros, junto con otros países turísticos (Grecia y Portugal), en pedir ese visado que garantice que una persona no va a contagiar la Covid-19.
Hay varios temas aquí entremezclados. Uno de ellos, por supuesto, la privacidad de datos; otro, la injusticia comparativa ante haber hecho algo (vacunarse) que en estos momentos no es obligatorio en ningún país europeo, y no haberlo hecho.
No es que las personas que se vacunen no puedan viajar, pero tendrá que someterse a las medidas que estipulen los países de llegada: PCR de rigor, cuarentena al llegar al país de destino…
Pero es que el procedimiento que se ha utilizado en el Parlamento Europeo para facilitar el pasaporte vacunal es también “de traca”. La Comisión Europea, que preside Ursula Von den Leyen, hizo una propuesta de pasaporte vacunal (lo han llamado “Certificado digital verde”). Repito que el objetivo es que los Estados miembros puedan "restituir la libertad de movimientos de forma fiable".
Pero, vamos a ver: ¿no habíamos quedado en que las actuales terapias génicas, que no vacunas, no se sabe si impiden la infección (que va a ser que no) y el contagio (que va a ser que tampoco)? ¿Entonces? ¿Qué pasa, que las personas a las que se les ha inoculado este fármaco se ha comprobado sin lugar a duda que no pueden transmitir esas proteínas víricas?
¿Qué pasa, que una persona con una PCR negativa no puede positivizarse en un “plis-plás”, cuando ya la persona esté en camino de su destino turístico?
En teoría, nos aclaran desde Europa, que esta medida del pasaporte vacunal es temporal y se acabará cuando la OMS decrete (por el “artículo 33” famoso) el fin de la pandemia.
Pero es que cuando se declare que ya no estamos en pandemia (que, de hecho ya no lo estamos desde mayo de 2020), los permisos o autorizaciones de los fármacos génicos (mal llamados vacunas) y los diversos test (PCR, antígenos, etc), desaparecerán de un plumazo. Pues todo este montaje se ha construido por la errónea decisión de la OMS (acordaros del repetitivo “artículo 33”) de mantener la situación de pandemia mundial.
Bueno, pues el día 1 de marzo, los diferentes gobiernos europeos llegaban a un acuerdo en la necesidad de que las personas acrediten su vacunación con algunos de los productos aprobados por la EMA (agencia europea reguladora de medicamentos), poseer anticuerpos o certificar una PCR negativa. Repito, la finalidad es que los europeos podamos viajar libremente a otros países de la Unión Europea.
El miércoles 17 de marzo, la Comisión Europea aprobó el reglamento de funcionamiento de este certificado, que posteriormente debe pasar por el Consejo de la Unión Europea y al Parlamento Europeo.
Hace unos días, el Parlamento Europeo aprobó por 468 parlamentarios frente a 203 “una vía rápida” sobre el plan de la Comisión Europea de crear el pasaporte vacunal, con el fin de que llegue a tiempo para comienzos del verano.
Se han pasado por el arco del triunfo las comisiones parlamentarias, las posibles preguntas aclaratorias individuales de los miembros del Parlamento… En suma, se ha impedido el debate y la necesidad de concluir con un informe.
Para aclarar las posibilidades de uso de este tipo de certificados (con código QR), es interesante reseñar que es un sistema abierto para la inclusión de cualquier dato personal, no sólo de identificación, sino también médico, económico-financiero, policial, ubicación…
A mí todo esto me sigue sonando a jugar a los chinos…
Dejo para otro ratico el tema de la prohibición respecto al uso de las mascarillas aprobada por las Cortes Generales (tras una enmienda del Senado) y ratificada por el BOE ayer día 30 de marzo.
¡¡Que Dios nos coja confesados!!
Salud para ti y los tuyos.