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Respuesta al artículo del diario digital “ileon.com” titulado: “Por qué sabemos que las vacunas son muy seguras (y esto no es un eslogan publicitario)”

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Vacuna covid-19. IMAGEN DE ARCHIVO
Respuesta al artículo del diario digital “ileon.com” titulado: “Por qué sabemos que las vacunas son muy seguras (y esto no es un eslogan publicitario)”

Acabo de leer ahora mismo un artículo del diario digital ileon.com en el que cuatro especialistas en vacunas de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) hacen una exposición del proceso vacunal en general y, en particular, de la seguridad de las vacunas frente a Covid-19.

A mi modo de entender, el artículo está escrito en un intento de tranquilizar a la población… pero a base de medias verdades. El resultado, evidentemente, es un engaño. Desde mi manera de ver las cosas, el contenido del artículo es pura propaganda, algo que intentan negar desde el título del propio artículo. Curioso.

Y es que, con el clima de desconfianza que se ha generado a resultas del parón europeo de la vacuna de AstraZeneca/Oxford por los efectos adversos causados, están proliferando este tipo de escritos, vídeos y demás propaganda en los medios de comunicación. Y a lo que me refiero al final de este texto es que todo apunta a la pretensión de que esta vacuna pase a incluirse en el calendario vacunal infantil. Todo un despropósito.

Mi respuesta al artículo ha sido como sigue:

Ha sido muy interesante seguir en vuestro artículo la narración del proceso de la construcción de las vacunas y su puesta en marcha en la población. Primero, los estudios pre-clínicos y clínicos pertinentes; después, las aprobaciones correspondientes por parte de las agencias reguladoras; y luego, la garantía de seguridad para ser incluidas en los calendarios vacunales.

Veo en este artículo un intento de apuntalar la seguridad de estas vacunas Covid-19 y también allanar su inclusión en los calendarios vacunales. Pero, en mi humilde entender, seguís haciendo propaganda.

No se pone en duda, ni yo ni creo que nadie, que no se hayan saltado fases de estudios. Lo que se critica es la celeridad y, a veces, lo simultáneo de las diversas fases de los estudios clínicos.

Tratándose, sobre todo los primeros productos (con ARNm y adenovirus recombinados genéticamente), de unos fármacos experimentales, han bastado unos pocos meses y unos pocos resultados (los de los estudios intermedios) para solicitar a las agencias reguladoras los permisos de uso por emergencia.

Las agencias reguladoras del medicamento, que estaban esperando atentas el momento, dieron su aprobación casi de forma inmediata. La excusa es que ya estaban revisando los datos de las farmacéuticas de forma anticipada, en una especie de evaluación continua.

En cuanto a la eficacia de estas terapias génicas frente a la Covid-19, sólo os fijáis en la disminución de riesgo relativo comparando grupos con y sin fármaco, y nunca vais un poco más allá, la verdadera disminución del riesgo absoluto de padecer Covid-19. Y menos aún su consecuencia, el NNT, el número de personas que deben vacunarse para obtener una mejora sintomática en un solo caso. Para vuestra información, este índice está alrededor de 100 (en algunas bastante más y en otras algo menos).

O sea, que para que en una persona vacunada se consiga el efecto beneficioso esperable, que no es que no se contagie ni que no se muera sino que únicamente mejore la sintomatología, suavizándola, deben inyectarse  estos productos más de 100 personas, a las que la inoculación no les generará el efecto previsto pero sí estarán expuestos a sufrir sus efectos adversos.

Y, respecto a la seguridad de estos nuevos fármacos, no se ha dado el tiempo oportuno y necesario para poder constatar dicha seguridad. ¿Cómo es posible certificar que un producto farmacéutico innovador, como terapia génica que es, sea seguro con unos pocos meses de observación? Los estudios preliminares, puesto que los estudios de fase 3 no han concluido todavía, han tenido en cuenta los datos obtenidos en sólo unos pocos meses tras la inoculación.

Señores, un poco más de seriedad. No intentéis engañar al público. Ahora se está realizando la verdadera prueba de fuego en la seguridad de las vacunas: haciendo que la población sea el “conejillo de indias” definitivo en la fase 4 del experimento, en la que la muestra se va a componer de centenares de millones de personas. Y ahora se va a ver, realmente, si estas vacunas son seguras o no.

¿Quién puede asegurar que estas vacunas no van a provocar, por ejemplo, un efecto ADE (un agravamiento dramático por la denominada “mejora mediada por anticuerpos”) tras el contacto con una nueva variante del virus o en la próxima temporada invernal?

No hay que olvidar que los coronavirus, como familia, suelen estar presentes e infectarnos todos los años en las épocas frías. Cuando “resuciten” los coronavirus estacionales junto a los demás virus respiratorios, gripe incluida, que volverá a aparecer tras su escapada de este año, ¿qué va a pasar con los anticuerpos de las personas vacunadas? ¿Seguirán siendo neutralizantes? Por supuesto, es una realidad que no se ha podido estudiar por falta de tiempo.

¿Cómo se van a comportar esas informaciones genéticas introducidas en las personas? ¿Se disolverán y desaparecerán tras realizar su trabajo inicial? ¿Permanecerán fabricando proteínas víricas más tiempo? ¿Generarán alguna interferencia con nuestros propios procesos de ordenamiento genético, estimulando o bloqueando su acción? No se sabe, pues no ha dado tiempo de estudiarlo.

Además, si las agencias de registro de los posibles efectos adversos funcionaran… pero es que la realidad es que no funcionan como debieran. La mayor parte son sistemas de notificación pasivos, no hay un seguimiento de las personas vacunadas para preguntarles al menos durante un par de semanas cómo les va. No. La notificación va a depender del médico que le atienda a una persona y de las propias personas, si se atreven a meterse en el procedimiento administrativo oportuno.

El ejemplo clásico de agencia de registro de efectos adversos por vacunas es el VAERS norteamericano. Hay estudios que cuantifican entre un 90-99% los efectos adversos que se quedan sin notificar. Y si esto lo trasladamos a datos concretos, a lo largo de tres meses, hasta el 19 de marzo, se han contabilizado 38.444 notificaciones de reacciones adversas, de las que 1.739 son fallecimientos y 6.286 reacciones graves. Dejo a los autores del artículo que hagan el cálculo de las posibles reacciones adversas que puede estar habiendo realmente (ese 90-99% añadido) a estas vacunas, por lo que decís, tan seguras.

Por otro lado, veo que hay dos varas de medir en la contabilidad de muertes por Covid: una muerte tras una PCR+, aunque hayan pasado varias semanas, se contabiliza como muerte “por” Covid. Pero cuando un anciano muere a los pocos días de haberse vacunado de la Covid… “pobrecito, ya se había infectado previamente a la vacuna y ésta no ha podido salvarlo, no ha llegado a tiempo”.

Por no decir de la ingente cantidad de casos (podéis mirar en las redes, no en los medios de comunicación de masas, donde no veréis este tipo de casos) en los que vemos a personas jóvenes y maduras con cuadros de espasmos incapacitantes tras la inyección de estos fármacos génicos… Auténticos dramas, éstos sí, evitables.

Como ya he comentado en otros sitios, no estoy en contra de los adelantos de la técnica, pero estoy mucho más a favor de la precaución a la hora de utilizar masivamente productos sin el tiempo necesario para calibrar su inocuidad. Idos a las familias de esas personas fallecidas o con graves dolencias, personas que estaban sanas previamente a la vacunación, a contarles eso de la relación “Beneficio/Riesgo”.

Y, por si faltaba poco, ahora se está preparando la propaganda para inocular a los niños desde bebés, incluso integrando estas vacunas en el calendario vacunal infantil. Las diversas farmacéuticas están ya preparando los estudios clínicos pertinentes. Repasaos, por favor, las incidencias, tasas de hospitalización, de enfermedad grave y muerte en niños pequeños. En todas las series ronda el “0%”.

Con esta deriva que se está tomando, se está fraguando no ya sólo un negocio insano e inmoral, sino también un verdadero atentado a la salud pública. Y me entristece que las asociaciones de Pediatría estéis en alianza franca con esta deriva. A los hechos me remito, no veláis por la salud de los niños sino por la consecución de otros intereses más oscuros. Si lo hacéis de forma consciente o inconsciente, no me corresponde a mí enjuiciarlo.

Salud para ti y los tuyos.

SILVANO Y LOGO

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