OPINIÓN

PASAPORTE COVID (Certificado por Obedecer a Vacunarte Ignorando las Dudas)

Rafa Budo. Imagen RRSS

Me presento, soy Rafa Budo, abogado que no ejerce y director de una asociación contra el maltrato infantil (IAPAE). No soy sanitario, no soy negacionista y no soy antivacunas. Pese a quien le pese. Superé la enfermedad el año pasado y me pongo todas las vacunas aprobadas. Simplemente opino como ciudadano y, profesionalmente, como conocedor en primera línea de la actuación de centros educativos e instituciones públicas respecto a los niños y sus familias durante este último año.

En marzo del año pasado, nos encerraron durante más de 3 meses a todos los ciudadanos de este país. Había llegado un virus de origen desconocido (mezcla entre un pangolín y un laboratorio experimental) que provocaba miles de muertes. Un virus para el que no se conocía tratamiento alguno y que incluso obligó al ejército a desinfectar las calles y a dar el parte de guerra diario... Ya en aquellas fechas recuerdo al Presidente dirigirse a los españoles para decirnos que esta pandemia sólo acabaría definitivamente con la llegada de una nueva "vacuna". La salvación que al fin ha llegado.

Antes de referirme a este tratamiento, creo que es importante señalar un dato. La OMS definía la inmunidad de rebaño o de grupo como "la protección indirecta contra una enfermedad infecciosa que ocurre cuando una población es inmune, ya sea por vacunación o por una inmunidad desarrollada por una infección previa. Sin embargo, al menos desde el 14 de noviembre 2020, modificó esta definición cambiándola por una nueva versión. A partir de entonces, la inmunidad de grupo se trata de "un concepto utilizado en el ámbito de la vacunación, e implica que se puede proteger a una población contra determinado virus si se alcanza un umbral de vacunación. La inmunidad colectiva se alcanza protegiendo a las personas contra el virus, no exponiéndolas al virus". Es decir, curiosamente desde mediados de noviembre del 2020 la OMS se olvida de la inmunidad natural, justo antes de que comenzasen a vacunar...

Hoy, ya a finales del mes de julio del 2021 y a pesar de la enorme censura existente ante cualquier opinión que simplemente cuestione o dude sobre la versión oficial y las decisiones adoptadas por los diferentes gobiernos (nacionales y autonómicos), sabemos varias cosas sobre la enfermedad, siempre basándonos en datos oficiales. A fecha 18 de mayo de 2020 (justo tras la explosión de la pandemia), los datos de fallecimientos en España por Covid dicen que la edad es un factor de riesgo que aumenta exponencialmente a partir de los 50 años. Siendo antes de dicha edad, y en porcentajes, apenas de un 1% y de un 0% en los menores de 20 años. Es decir, los niños y jóvenes (salvo irremediables excepciones) no mueren por covid. Pero esto se sabe desde principios de 2021, al menos nosotros, porque en septiembre del año pasado, en plena ola de contagios tras el verano, obligaron a los niños a ir a los centros educativos sin ninguna excusa y bajo amenaza de denuncias de absentismo por parte de servicios sociales y fiscalía de menores. Mis preguntas son:
- si en septiembre del 2020 el virus no afectaba a los niños y jóvenes encerrados en aulas con 25 o 30 compañeros, si las estadísticas dicen que el riesgo de mortalidad es prácticamente nulo en esa franja de edad, ¿a qué viene ahora esta campaña absolutamente desmedida para pincharlos?...
- ¿por qué quieren inocular al 100% de la población independientemente del estado de salud y de las condiciones personales de cada uno, sin tener en cuenta la inmunidad natural de quien ya lo ha pasado, por ejemplo?...

Este tratamiento no es una vacuna, por muchas veces que lo repitan en los medios de comunicación diariamente. No lo digo yo, lo dicen los documentos que "autorizaron" estos medicamentos como uso de emergencia pendientes de su "aprobación" definitiva. Personalmente creo que cada persona debería valorar la relación riesgo - beneficio, siempre asesorados por los médicos que analizan nuestros factores de riesgo y nuestro estado de salud. Lo harán, tal vez, cuando decidan abrir los centros de atención primaria presencialmente. No comprendo cómo, ante el mayor incendio vivido en este país, los primeros que se encierran asustados son los bomberos... extraño que se saturen los hospitales... Volviendo al tema, comprendo que si la posibilidad de fallecer por la enfermedad está en un 40% en personas mayores de 80 años, el beneficio supere los posibles riesgos del tratamiento, pero ¿por debajo de 50 años y son patologías previas...?. Sobre todo cuando encima te dicen que la vacuna no inmuniza, que puedes contagiarte y contagiar, que únicamente ofrece un porcentaje alto de que, si enfermas, no te mueras o acabes intubado en una UCI.

Entonces, si una persona vacunada puede contagiar, ¿cómo le dan un certificado para que pueda viajar, comer en restaurantes u hospedarse en hoteles?. Yo los llamo contagiadores legales, dado que carece de cualquier atisbo de sentido común si el fin fuese realmente erradicar la pandemia... En mi opinión el fin perseguido es dividir a la sociedad y presionar a que todo el mundo pase por el aro del pinchazo, desconozco sus motivos y me da miedo hasta pensarlos... Pero una cosa quiero dejar clara, los que libremente decidimos no participar en este ensayo clínico, probablemente seamos unos cobardes, pero no somos insolidarios, no somos un peligro para nadie y no somos negacionistas de nada. Aquí los únicos peligrosos son aquellos cuyas decisiones (por acción u omisión) permitieron morir a nuestros abuelos en pasillos de residencias y hospitales. Aquí los únicos negacionistas son aquellos que niegan la posibilidad de debatir con expertos en la materia que aporten opiniones diferentes, los que niegan el ejercicio de nuestros derechos fundamentales y los que niegan que la verdadera pandemia es la implantación de un sistema dictatorial disfrazado de una democracia que sólo ha quedado para que votes a corruptos cada 4 años que no cumplen sus promesas electorales.

El miedo es una sombra que nos acompañará toda la vida. Es imposible desprenderse de ella, pero podemos conocerla, aprender de ella y que nos sirva para superarnos y salir de nuestra zona de confort, donde encontraremos nuestra verdadera libertad. Los adultos tenemos criterio para decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra salud. Sólo pido que dudéis de todos, de mí el primero, que busquéis información por cualquier medio y que penséis mil veces antes de decidirlo, si realmente es necesario que vuestros hijos participen en un experimento genético.

Me despido enviando mi más sincero pesar a todos aquellos que seguís caminando por la playa con la mascarilla puesta... Os merecéis un certificado Delta Plus, como la próxima variante.

Amen (sin tilde).

RAFA BUDO