No hay mal que por bien no venga
Aunque en nuestras conversaciones cotidianas ya no se oye mucho, nuestro refranero popular, esa suerte de sabiduría popular que ha acompañado al españolito de a pie al menos desde hace unos siglos, sigue resonando en nuestras neuronas.
Como soy así de minucioso (otros lo llaman “tiquismiquis”), predispuesto y estimulado por mi signo ascendente, Virgo, he buscado y encontrado que este refrán ya consta en nuestra literatura desde el siglo XV. En “La Celestina” de Fernando de Rojas, concretamente.
Bueno, pues a lo que iba: que la dichosa pandemia nos ha cambiado la vida. Entre otros cambios a peor, ya he mencionado en otros artículos lo inadecuado del cierre de la atención primaria. Éste ha sido uno de los puntales de desatino de la gestión de la “crisis corona”.
Se ha instaurado el teletrabajo, por doquier. No sé si esta anomalía ha venido para quedarse, pero parece que la intención es la de aprovechar el acelerón habido para dejar las cosas como están. Y no me cabe ninguna duda de que servirá de base para aumentar más aún, si cabe, la funcionalidad de internet.
A los que nos ha interesado mirar lo que planean los poderosos, no nos ha pasado desapercibido este empujón en el uso de las máquinas y la informática en contraposición a lo presencial en diversos ámbitos.
Hemos visto cómo durante la fase dura del confinamiento se hizo un trasvase del comercio minorista, el comercio de toda la vida, que tuvo que cerrar, hacia el e-comercio, las compras “en línea”. Y así es cómo, por ejemplo, Amazon ha hecho su agosto en esta crisis, convirtiendo a su presidente en más milmillonario de lo que ya era.
Si os parece que todos hemos vivido la crisis igual, estáis en un error. Los más ricos han ensanchado sus bolsillos para acoger los resultados de ese trasvase de negocio tras el cierre y ruina de los pequeños negocios. Las grandes superficies han sido otro ejemplo más de negocio redondo en esta época de penuria.
¿Hacia dónde va esto? Por supuesto que no tengo una visión tan perspicaz y sagaz como para saberlo. Pero todo augura a que los planes de la gente como el señor Klaus Schwab, cabeza del Foro Económico Mundial y autor del libro “El Gran Reinicio”, así como los planes de la Fundación Rockefeller, ya escritos en 2010, no se detienen ante nada.
El control digital de las personas, el transhumanismo, la creación de una conexión “humano-máquina”… ¿Recordáis cómo se le llama a la red 5G que se está desplegando por todo el mundo? Pues, ni más ni menos, “el internet de las cosas”. ¿Vais atando cabos?
El dinero digital. ¿Os acordáis del globo sonda que el presidente Sánchez sacó ya hace un tiempo sobre el interés del ejecutivo en ir suprimiendo el dinero “en metálico”, los billetes y monedas? Claro, todo ello puesto en relación a la posibilidad del supuesto contagio a través del contacto con esos objetos. Otro delirio más… pero con otra razón escondida. La ruta hacia adelante está marcada: el dinero digital, perfectamente controlable. Y no hablo sólo de la fiscalidad.
Aunque no estoy muy al día en lo sucedido por el mundo, me ha llegado un eco de los movimientos de alta volatilidad de la cotización de las monedas digitales, las criptomonedas, “bitcoin” y otras del mismo tipo. Parece que también han tenido su importancia en estos vaivenes de las cotizaciones, las declaraciones de otro de los supermillonarios del momento.
Sí, Elon Musk, uno de los fundadores de PayPal, el presidente de Tesla y los coches eléctricos, ése que comenzó a lanzar miles de satélites al espacio para urdir esa red 5G por todo el mundo. Como veis, los temas candentes están imbricados.
También el señor Musk está ocupado en el avance del transhumanismo, el diseño de interferencias entre chips y nuestros cerebros, nuestros sistemas nerviosos. Y hablar de chips equivale a nombrar a Microsoft y a su jefe Bill Gates, el otro personaje que no puede faltar en cualquier texto actual crítico con el sistema.
¿Sabéis que la empresa puntera de este falso benefactor de la humanidad, más bien un experto en engrosar ganancias millonarias a costa del negocio de las vacunas y del empleo de ingeniería financiera, ha patentado un sistema que viene ni que al pelo con lo escrito hasta ahora en este artículo?
Pues sí, ahora están resolviendo la implementación del uso de señales del propio cuerpo humano, nuestras actividades corporales, para comunicarse con el sistema de criptomoneda elegido. En la solicitud de dicha patente en EE.UU., fechada en el reciente 26 de marzo de 2020, se puede leer lo siguiente:
- Un sensor acoplado de forma comunicativa al dispositivo del usuario o comprendido en él puede detectar la actividad corporal del usuario.
- Los datos de actividad corporal pueden generarse basándose en la actividad corporal detectada del usuario.
- Un sistema de criptomonedas acoplado comunicativamente al dispositivo del usuario puede verificar si los datos de actividad corporal cumplen o no una o más condiciones establecidas por el sistema de criptomonedas, y otorgar criptomonedas al usuario cuyos datos de actividad corporal se verifican.
Como habéis podido leer, andan liados en crear estructuras que desde ordenadores externos se conecten con nuestra capacidad de interactuar con la realidad, estimulando o disminuyendo nuestras reacciones fisiológicas. Y todo esto a través de la inserción de chips de tamaño “nano”. Me viene a la mente el ejemplo de los ratones de laboratorio: le das a la palanquita adecuada y tienes un premio; le das a otra palanquita y tienes una descarga eléctrica.
Todo esto es un plan que se viene entretejiendo desde hace ya varios años. Y las agendas no paran. Y esto no es “conspiranoia”. No, señores. Esto es una realidad, son hechos constatables y publicados. Ya no se esconden. No les hace falta. Y, además, los gobernantes y la población en general les hacen gustosamente “la ola”.
¿Tiene sentido, entonces, el revoloteo que se ha formado desde el inicio de las campañas de vacunación masiva por el temor, además de a los propios efectos adversos de unos fármacos sin apenas investigación, entre otros, al temor de la inclusión de chips? Aunque todavía no hay datos fehacientes, todo se andará.
El carnet digital. Otro de los pasos que se está implementando. Primero se le llamó “Certificado Verde Digital”. Impresentable error por la alusión a “lo verde”. Ya corregido su nombre por el de Certificado UE Covid-19, España, fiel y puntera en el ranking de gestión nefasta de la crisis Covid, se ha dado prisa en poner en marcha la directiva europea que va a activarse para toda Europa el 1 de Julio.
Ya estos días, a primeros de junio, se ha puesto en marcha la validez de este pasaporte vacunal para los turistas que lleguen a nuestro país. ¡Qué obedientes y responsables que son nuestros gobernantes!
El inicio de este nuevo instrumento tiene como único cometido aportar los datos sobre el estado de la persona sobre la Covid: estar vacunado, una PCR negativa reciente o tener anticuerpos por haber pasado ya la enfermedad y ser inmune. Ya han logrado instaurarlo. Ahora a ver qué desarrollo futuro tiene…
Y bueno. ¿A qué viene, pues, el título de este artículo? Pues a que en esta situación, en la que se ha visto imposibilitado o muy dificultado el transporte por carretera entre comunidades autónomas, he tenido que abrirme a experimentar un procedimiento “en línea” para realizar un trabajo que hasta ahora sólo, únicamente, realizaba de forma presencial.
Y como ya me he alargado más de lo que tenía previsto en el texto, dejaré para el siguiente escrito la descripción de lo que estoy comenzando a hacer.
Salud para ti y los tuyos.