viernes. 22.11.2024
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LA JOYA DE LA CORONA (1)

Silvano Baztán Guindo
SILVANO BAZTÁN G.
LA JOYA DE LA CORONA (1)

Como ya estamos siendo inundados por información de todo tipo  sobre “la movida coronavirus” a través de los medios de comunicación, en unos casos, siendo altavoz de instancias gubernamentales; en otros, mostrando flashes de cómo las personas están reaccionando, voy a referirme a cuestiones que habitualmente no salen a relucir en los medios.

En mi práctica profesional como médico desde hace ya unos cuantos años (salí en la hornada del año 1982 y me doctoré en 1987), tras trabajar en la urgencia extra-hospitalaria durante unos pocos años, simultáneamente decidí abrirme a otros conocimientos que no me fueron ni presentados en la facultad.

Me tengo por una persona pragmática; y, cuando compruebo que algo sirve para el beneficio de las personas, cuando algo cobra sentido, no me importa si pueda ser en estos momentos verificado por el método científico. Más bien me inclino a pensar que, con el paso del tiempo, se podrán articular modelos científicos más abiertos, que tengan en cuenta otro tipo de realidades que actualmente no pasan por el estrecho cerco de la física mecánica.

Estamos en plena Era Cuántica, en cuyo espesor, en rango subatómico, casi cualquier cosa es posible. He de confesar que en ese escenario me puedo perder muy fácil, lo mismo que cuando se me invita a ver o comprender algo con dimensiones de muchos ceros…

Me llega a la memoria una frase que he escuchado recientemente al cantautor Facundo Cabral en un vídeo colgado en youtube:

“Le dijeron a Pasteur: ‘Usted siempre habla del alma, hemos abierto 100.000 cadáveres (sic) y no hemos encontrado ni rastro del alma’. Pasteur les dijo: ‘Cuando muera vuestra madre pártanla en mil pedazos y traten de encontrar el amor que ella tuvo por ustedes’.”

La Psico-neuro-endocrino-inmunología es una rama de la Medicina que sí tiene en cuenta aspectos que la mayor parte de científicos se afanan por negar, llevados por una cerrazón en su nivel de creencias.

¿Es tan difícil aceptar como posibilidad real el hecho de que una situación vivida, una emoción generada por ese hecho, por el encuentro con una persona, por los mensajes repetitivos de los medios de comunicación… puedan alterar el orden interno, ese equilibrio de nuestras funciones corporales que en Medicina llamamos homeostasis?

Lo único que pido es apertura de miras para estudiar los fenómenos que se desconocen; redescubrir y oxigenar el espíritu universitario, la curiosidad por el conocimiento, venga de donde venga. Sin prejuicios inquisitoriales. Sin calificar de superchería (se les llena la boca con la palabra “pseudociencia”) aquello que se desconoce, ni acusar de charlatanerismo a personas que actúan de forma diferente a como se les ha enseñado en las facultades universitarias.

Puestos a ser constructivos, sí que hay una manera de prevenir infecciones, pero no se vende en ninguna farmacia ni se compra en ningún establecimiento. La base fundamental es no mantener ocupado al sistema inmunológico con las tensiones de la vida, no arrastrar el estrés cotidiano, sino responder de una manera correcta a las dificultades que la vida nos pone delante. Así, el sistema inmune podrá vérselas con los gérmenes que osen atravesar las barreras fisiológicas de protección: piel y mucosas.

Y como actitud general, además de lavarnos las manos y evitar toser en la nariz de nadie, también podemos procurar alimentarnos sin tanta basura (azúcares de fácil absorción, aditivos de la industria alimentaria, tóxicos diversos) y en moderación, realizar algo de ejercicio físico, respirar aire no contaminado, estar abiertos a nuestras relaciones personales (familia de origen, parejas, amistades…), trabajar en actividades que nos nutran y no bajo condiciones leoninas e injustas…

Asumo que lo escrito previamente forma parte de un desiderátum aparentemente difícil de conseguir por un ciudadano medio… pero…  ésta es la dirección adecuada.

Cada persona tiene su forma individual de llegar a conseguirlo. Iré dando pistas…

Salud para ti y los tuyos.

Silvano Baztán G.

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