Establecer límites con amor a nuestros hijos
Más allá de crianza respetuosa o positiva, la crianza responsable es una alternativa para dejar de formar hijos "parásito". Hoy en día, hablar de límites en el hogar no es un lujo, sino una necesidad absoluta. Socialmente hablando, nos encontramos en medio del caos que se ha gestado muchas veces en los hogares, principalmente dentro de la educación de los hijos y la interacción de las familias. Muchos padres y madres hoy tienen miedo de corregir a sus hijos, porque piensan que al negarles un capricho los estarán traumando de por vida, y no pueden estar más equivocados.
“El que a su hijo mucho consiente, va engordando una serpiente”. Este proverbio antiguo es tan real que nos compromete a reflexionar sobre nuestra labor como padres, sobre lo terrible que puede ser darle a los hijos todo lo que piden, en el momento que lo piden y de la manera que lo piden, muchas vece en nombre del “amor”. Sin embargo, cuando vemos la realidad nos damos cuenta de que al complacer a nuestros hijos los estamos maleducando para la vida, puesto que irán aprendiendo que las cosas se consiguen sin esfuerzo, y en muchas ocasiones tras un berrinche que puede ponernos en aprietos, no sólo a nosotros, sino a la escuela, y a todo el contexto social.
Como padres de familia, debemos evitar estancarnos en alguno de los seis errores de la parentalidad:
1. Amaestrar a nuestros hijos con premios y castigos.
2. Prometer cosas sin cumplir.
3. Maltratar física, o peor aún, psicológicamente a nuestros retoños.
4. Chantajear a nuestros hijos para que obedezcan.
5. Pasar nuestra responsabilidad a otras personas (abuelos, maestros, tíos, hermanos mayores, etc.).
6. El peor de todos: la sobreprotección y el alcahueteo.
Establecer límites con amor a nuestros hijos consiste entonces en:
1. Negarnos a sus caprichos, aprender a decir NO cuando es necesario.
2. Dar ejemplo de lo que exigimos.
3. Escuchar sin juzgar.
4. Dar responsabilidades en casa, recordar que la única obligación de nuestros hijos no sólo es estudiar, sino también apoyar a sus padres.
5. Enseñarles lo que cuesta ganar el dinero y a valorar lo que sus padres les dan.
6. Poner reglas claras, sin ambigüedades o excepciones.
7. Recordar que no podemos ser los “amigos” de nuestros hijos, pero sí tratarlos amistosamente, jugar con ellos, platicar y guiar. Amigos los tendrán en la escuela o en su vecindario, pero a sus padres, ¿dónde?
Nuestros hijos nos necesitan, desean estar con nosotros y sentirse valorados e importantes, crecer en un ambiente no lleno de perfección, sino de superación y amor. Y claro está, que nadie puede dar lo que no tiene. El principio básico de la Crianza Responsable, es entender que para poder ser pacientes con nuestros hijos, primero tenemos que serlo con nosotros mismos; si queremos escucharlos debemos aprender a escucharnos, si queremos amarlos, ¿qué estamos esperando para darnos ese amor propio, y reconocer nuestra dignidad como personas? “De tal palo, tal astilla”.
Psicólogo Enrique Pacheco
Universidad de Guadalajara, México
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