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EPIDEMIOLOGÍA Y CORONAVIRUS (1)

Crucero
Crucero. IMAGEN DE ARCHIVO
EPIDEMIOLOGÍA Y CORONAVIRUS (1)

Ya en mi anterior artículo sobre el tema de la Epidemiología (“Epidemiología y Coronavirus”), comenté la visión de dos expertos (Knut Wittkowski y Hendrick Streeck) sobre el comportamiento de esta epidemia.

Se podrá estar de acuerdo con estas opiniones o no… pero dado que son personas expertas en la materia, me pareció importante reseñarlas.

Como ya era suficientemente extenso el texto en cuestión, me quedó por añadir al plantel de expertos al Dr. John Ioannidis, un epidemiólogo de la Universidad de Stanford. Este científico se dedica a calibrar la exactitud o fiabilidad de los datos de los trabajos científicos… ¡Ahí es nada!

Cuenta en su historial con frases “de traca”, como por ejemplo: Se puede demostrar que la mayoría de los resultados de la investigación (se refiere a la investigación científica, en general) son falsos”.

Este reconocido epidemiólogo greco-estadounidense, refiriéndose ya a esta epidemia por COVID-19, afirma rotundamente que los datos que se manejan son muy poco fiables. Y, en sus apariciones en las redes, hace un repaso de las cuestiones por las que lo afirma.

Una de las primeras afirmaciones que destaco es que, de cara a las cifras a estudiar, no es lo mismo el número de enfermos que mueren “con” COVID-19 que el número de enfermos que mueren “por” COVID-19.

Los datos más puros a nivel del comportamiento de la epidemia se han visto en el famoso crucero “Princess of Diamonds”, aquél en el que se identificó a un pasajero contagiado en Hong-Kong y se decidió mantener a todo el pasaje en cuarentena en la costa de Japón.

Las conclusiones nos hablan de que, de los 3.711 pobladores del crucero (entre pasajeros y tripulación), resultaron infectados a lo largo del mes siguiente 700 personas (casi un 19%). La letalidad por caso infectado fue, pues, del 1’2%.

Y, al valorar esas cifras, habría que tener en cuenta que el total del pasaje rondaba una media de edad (58 años, con una mediana de 65 años) que no tiene nada que ver con la población general (en España, un país envejecido, la media es de 44 años). El Dr. Ioannidis calcula una letalidad real entre 0’05 y 1%.

Está siguiendo muy de cerca la situación que se ha vivido en Italia, país con el que mantiene una estrecha colaboración. Y compara lo que está sucediendo allí con lo que se ha visto en otros países en los que la epidemia no ha golpeado tan fuerte.

Otros factores que introduce en su estudio de la realidad italiana:

  • El país transalpino posee un número de camas de UCI correspondiente a la tercera parte de las que posee EE.UU. (8 vs. 30/100.000 hab.). En España tenemos 9. Ahora bien, estamos contabilizando las UCIs del sistema público.

Fwd  TEXTO PARA PUBLICAR (2)

  • En cada temporada invernal, el sistema italiano se ocupa en cifras del 95-98% de su capacidad de rendimiento, con un porcentaje de muertes superior a un 24-30% de las cifras del verano.
  • En esta epidemia, con niveles altos de ocupación hospitalaria de partida, se ha juntado la última epidemia gripal con ésta del coronavirus, con lo que el sistema hospitalario ha colapsado…
  • En Italia, acogieron en los hospitales a los casos leves y moderados que iban llegando en los primeros embates de la crisis sanitaria, por lo que cuando llegaron los casos graves, algo más tardíos como en un pelotón ciclista, no pudieron ser atendidos como correspondía. A partir de ahí, ya tenemos a la vista las escenas de ancianos en estado grave sin poder ser atendidos en los hospitales y falleciendo aislados en las residencias.
  • Los hospitales se han convertido en los principales focos del germen, afectando brutalmente a los profesionales sanitarios y no sanitarios que allí se batían el cobre en una situación trágica y desesperada… perjudicando notablemente el cuadro general de esta crisis sanitaria.

Respecto a las medidas que se han ido tomando por los gobiernos, el Dr. Ioannidis afirma que el aislamiento total puede disminuir la población afectada pero también puede contribuir a generar otros procesos: enfermedad-depresión-ansiedad-alteraciones cardíacas-suicidio…

Y, añadiendo a lo anterior los efectos producidos por la gran crisis económica que supone parar la economía de los países, a lo mejor nos encontramos en un futuro con un escenario en el que haya un número de muertos mayor que los producidos por el propio COVID-19. Por poner un ejemplo, la tasa de suicidios aumenta un 1% con el aumento de un 1% en las tasas de desempleo.

Asimismo, el epidemiólogo calcula que si se mantuviera el aislamiento de la población hasta la creación de una vacuna, como aconsejan los CDC y la Fundación Bill & Melinda Gates, el proceso epidémico podría durar alrededor de 18 meses y podría provocar “miles de millones de vidas” (sic). No sé si esa cifra es una errata (por eso lo he remarcado así) pero, si el dato fuera cierto, me parece alucinante.

Citando sus palabras, se está creando un periodismo sensacionalista al hacer un seguimiento continuo, diario, de cada muerte, provocando una sensación de angustia y pánico en la población, que empeora las cosas. Y se formula la siguiente pregunta: “¿qué sucedería si se televisara cada muerte de los aproximadamente 60 millones de personas que mueren anualmente en el mundo?”. Mientras evitemos el pánico, todo irá bien.

Este investigador de datos ha identificado fallos en la mayoría de estudios de fármacos. Y afirma que coincidiendo con las situaciones “calientes”, cuando hay mucha prisa en conseguir un resultado efectivo, un fármaco o vacuna nuevos (como sucede ahora mismo), es fácil que se supriman normas que son salvaguarda de la eficacia de sus resultados. ¿Cuál es la consecuencia, el consiguiente peligro por saltarse fases previas de seguridad en su fabricación?

En un próximo artículo, escribiré sobre la última parte del mensaje de este investigador: anticuerpos y vacunas frente al coronavirus.

(continuará)

Salud para ti y los tuyos.

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