ENGAÑOS EN TODA REGLA
Los temas se amontonan y no doy a basto para sacar adelante tanta necesidad seguir con atención la actualidad, el correo electrónico, los grupos en los que comparto información, ahora también “Médicos por la Verdad”…
Pero ha ocurrido algo que ha saltado a primera posición de mis prioridades en cuanto a temas a escribir. He leído la noticia de que los laboratorios farmacéuticos que están participando en la carrera hacia “la vacuna ideal” para el SARS-Cov-2, están “negociando” ser exonerados de cualquier tipo de responsabilidad por los posibles efectos adversos de sus vacunas. ¡¡¡Menudo chollo!!!
Voy a ir relatando, más o menos, según han ido ocurriendo los hechos, para poder seguir un hilo claro.
“Por arte de birlibirloque”, se crea una situación catalogada de pandemia por un nuevo bicho (que no se ha purificado ni aislado como corresponde) que aparece en Wuhan, China. Un fenómeno ya anunciado previamente por el inefable Bill Gates y sus tentáculos (Evento 201, etc, etc.), y hasta por “los Simpson” (increíble pero cierto).
Desde, al menos, principios de año, se alimenta diariamente en los medios de comunicación el “miedo al lobo”. Y, en lugar de preparar a la población para mejorar su estado de ánimo y aconsejar medidas constructivas de inmunidad, se ceban en avisar de las consecuencias económicas ante una crisis global y comienzan a radiar cifras de muertos por doquier.
Con los hospitales medio llenos por los últimos coletazos de la gripe estacional, aparece un aluvión de personas con síntomas compatibles con la nueva plaga. Veo necesario apostillar que la apariencia clínica de estos nuevos casos era muy similar, de entrada, con un cuadro gripal fuerte con tendencias neumónicas.
Sin equipos adecuados para que los sanitarios pudieran atender con seguridad a las personas que iban llegando a los hospitales y su masificación, los hospitales se convierten en los grandes focos de la enfermedad. Sobre todo, en Italia y en España.
Los ancianos, adonde apunta el bicho con más decisión (como es normal), mueren en las residencias, en general, sin un tratamiento adecuado y con grandes dificultades para compartir esos últimos momentos con sus seres queridos. Gran tragedia donde las haya.
Todo esto convierte al SARS-COV-2 como el protagonista de una situación de alarma mundial, global.
Y “pelillos a la mar” en cuanto al origen de todo este lío: Wuhan y sus laboratorios (construidos y cofinanciados por Francia, Canadá, EEUU…); un científico de Harvard en el ramo de nanotecnología-microchips detenido por temas fiscales por ingresos provenientes de Wuhan…
Intereses político-económicos de alto nivel (China vs. EEUU por un lado, Europa como convidada de piedra). Hegemonías sobre el mapa mundial. ¿Dónde está el interés por la población? ¿Qué culpa tiene el pobre pangolín?
La OMS está dirigida en estos momentos por un señor que en su país de origen (Etiopía) hizo un “carrerón” digno de ser estudiado, por el que, parece ser, hizo méritos para ocupar su actual puesto. Increíble. Pues esta OMS dice y se desdice en menos de 24 horas en temas tan importantes para la salud pública como la posible transmisibilidad de personas asintomáticas.
En el campo de batalla hospitalario se buscan con ansiedad remedios para las personas afectadas por la COVID-19. Se experimenta con todo lo que aparentemente pueda servir.
Se ve que una gran cantidad de personas que son intubadas en las UCIs no soportan la situación y fallecen masivamente. Esto no es un proceso neumónico vírico “normal”. Este mensaje lo intentan expresar médicos norteamericanos obligados a guardar silencio, y a los que se les amenaza continuamente.
Se dejan de hacer autopsias en España por recomendación del Ministerio de Sanidad, pero… es que en otros países también se dejan de hacer. ¿Cómo? ¿De qué forma vamos a saber de qué están muriendo las personas como moscas?
En Italia, unos compañeros se saltan la presión para no hacer autopsias a los fallecidos por posible COVID-19 y descubren que hay una forma de enfermar que no se conocía antes en los virus respiratorios: un fenómeno llamado “Coagulación Intravascular diseminada” que genera tromboembolismo pulmonar y en otros órganos.
Esto abre los ojos a los médicos para comenzar a utilizar tratamientos con corticoides y heparinas, y antibióticos para prevenir infecciones bacterianas posteriores, y así evitar la utilización indiscriminada de respiradores artificiales, verdaderas “máquinas de matar personas” hasta entonces.
Entre tanto, en nuestro país, sigue el desabastecimiento de equipos de protección y pruebas detectoras del SARS-COV-2. Cabe recordar el fiasco de las compras masivas de mascarillas y pruebas diagnósticas inservibles. Y aquí no ha pasado nada.
La Medicina se remueve buscando tratamientos farmacológicos efectivos contra el nuevo virus, ya mirando obstinadamente hacia una nueva vacuna milagrosa que nos va a salvar a la humanidad de esta “grave crisis sanitaria mundial”.
Asistimos a informaciones de algunos médicos intentando rescatar tratamientos de uso contra la malaria (Hidroxicloroquina) y que podrían ser útiles, asociados a Vit C , Zinc y Azitromicina en esta forma evolutiva del COVID-19.
De forma inmediata, la industria farmacéutica con sus acólitos intenta tumbar ese uso (“excesivamente barato”) incluso a través de estudios publicados en grandes revistas científicas… pero con un gazapo, con una trampa. Los datos no pueden ser verificados, contrastados por otros equipos… y, al final, estos estudios son recusados por sus propios autores.
Pero el daño ya está hecho, y la Hidroxicloroquina se ha defenestrado. Por contra, avanza el ritmo de las investigaciones hacia la indicación de un antiretroviral (Remdesivir), casualmente, con un precio de tratamiento de unos 2.500$ (frente a los 11’44€ de la Hidroxicloroquina).
Pero como no hay eficacia plena en los arsenales terapéuticos, la esperanza se sigue poniendo diariamente, en cada salida al público de cualquier persona que hable de COVID-19, en la nueva vacuna.
Ya parece que íbamos teniendo pruebas PCR disponibles, aunque la curva epidémica hubiera desaparecido allá por el mes de mayo, se instaura la orden de hacer PCR a cada persona que aparezca en el hospital y en centros de atención primaria por el motivo que fuere.
Dado que las PCR, se pongan como se pongan, no identifican específicamente al bicho, van saliendo a la prensa diaria casos nuevos de COVID-19 en forma de brotes-rebrotes o como los quieran llamar. Pero, curiosamente, la mayoría de los casos son asintomáticos.
Esto ya clama al cielo: ¿una enfermedad cuyo síntoma principal es no tener ningún síntoma?… ¿Es un chiste de Gila? Y lo malo de eso es que las personas van a ser puestas en cuarentena, se van a rastrear a las personas cercanas con las que ha habido contacto y se les va a chequear con nuevas PCR… que, en algunos casos, normalmente, van a dar positivo.
Y cada gobierno de cada autonomía, para mostrar fuerza, entereza ante el bicho, comienza a “sacar bola” emitiendo órdenes de marcha atrás en esa “nueva normalidad”, en la implantación de mascarillas incluidos los espacios abiertos, playas, incluso estando solo en el campo… Una situación de chiste… si no fuera para llorar.
El ambiente ya está servido para, en unas semanas o algún mes, ante la posible avalancha de PCR positivos repartidos por toda la geografía nacional, o sea, de personas sanas a las que se les ha identificado un trozo de genoma vírico (SARS-COV-2, de otro coronavirus o de algún otro de especies parecidas) o de resto celular propio… Como digo, el ambiente está servido para un nuevo confinamiento y la instauración de la vacuna, tema al que veo necesario dedicar un texto propio.
Un último apunte, adelanto del próximo texto: esa exoneración de responsabilidad que están negociando las empresas farmacéuticas respecto a las vacunas no es negociable… Es una imposición que la industria farmacéutica ha puesto encima de la mesa para que puedan distribuirse las vacunas en España.
¿Hasta dónde y hasta cuándo vamos a tolerar este tipo de desmanes?
Salud para ti y los tuyos.