CRISIS?, WHAT CRISIS?
Al ir a escribir sobre este nuevo artículo, me ha venido a la mente el título de un álbum de un grupo musical de los años 70, Supertramp, que acompañó mis horas de estudio en la Facultad de Medicina.
Aunque mis conocimientos de inglés son menos que simples, logro traducir el título (me imagino que vosotros también), y da en la diana sobre lo que quiero expresar a través de estas líneas. Incluso, acabo de ponerme los cascos con su música. ¡Qué recuerdos…!
¿Crisis sanitaria? ¿Dónde hay en estos momentos en nuestro país una crisis sanitaria? Para ilustrarme sobre el concepto “crisis sanitaria” he ido a la Wikipedia, la actual “biblia” de la red. Y de toda la parrafada que suelta, me quedaría con varios puntos:
- Una situación grave.
- Repentina, inusual o inesperada.
- Enfermedad simultánea de un número inusualmente alto de personas.
- Déficit de atención sanitaria, por saturación, falta de insumos, incertidumbre médica…
- Aumento de riesgo de muerte.
- Necesidad de actuación inmediata de las autoridades públicas.
- La gravedad se mide por el número de personas afectadas, la extensión geográfica y la morbi-mortalidad del patógeno.
No puedo poner en duda, nadie lo cuestiona, que en Marzo y Abril pasamos por una crisis de emergencia sanitaria real, pura y dura, con una morbi-mortalidad que se salió de toda previsión en las estadísticas de mortalidad esperable (MOMO). Se puede ver en la información de la web del Ministerio de Sanidad.
Se cumplieron todos los requisitos de la Wikipedia que he mostrado antes. Incuestionable.
Ahora bien, en estos momentos, y desde primeros de Mayo, la curva de muertes totales, respecto a las muertes esperables (comparación con las cifras de otros años) no tiene nada que ver con lo ocurrido en Marzo-Abril. Señoras y señores: no estamos en una situación pandémica real. Y esto no es negacionismo.
Lo que ha surgido de forma inusitada es la “fiebre” por hacer PCRs, masiva e indiscriminadamente a la población, además de las lógicas tras el rastreo de casos sintomáticos (lo que se hace en toda epidemia).
Como ya dije en anteriores escritos, cuando la situación de epidemia cesó, las autoridades mantuvieron su discurso de miedo, lanzando mensajes sobre una siguiente ola, en un primer momento para otoño-invierno, que luego se ha visto “adelantada” al mismo verano.
Se pusieron en marcha programas de detección, casi puerta a puerta, PCR en ristre, para buscar al bicho dondequiera que se encontrara. Por defecto, a cada persona que entraba en hospitales, en centros de salud, de forma indiscriminada.
¿Qué se pretendió? Pues encontrar al bicho, ese “ogro” de cuento infantil al que todos “debemos temer” y que es el “culpable” de nuestra aciaga situación personal y colectiva. Y en esa dinámica se han puesto a la carrera nuestras autoridades autonómicas… a ver quién saca más bola, o a ver quién la tiene más larga.
Y lo más preocupante para mí, más que la ineptitud de nuestros políticos, con sus sandeces impuestas a base de normas (con castigo para quien ose transgredirlas), es el acompañamiento de los médicos en general, de los profesionales de la Medicina, como comparsas, dando “soporte técnico” a unas medidas totalmente cuestionables.
Tengo que repetir hasta la saciedad, tal y como repiten sin cesar los mensajes atemorizantes de nuestras cabezas pensantes, que se están realizando diagnósticos basados únicamente en una prueba que recoge unas trazas de ARN que, hipotéticamente, pertenecen a un bicho que todavía no se ha aislado ni purificado. A ver si a alguien le da por hacerlo… y lo consigue.
Hasta los mismos organismos que velan por el buen funcionamiento de la asistencia sanitaria en situación de pandemia aseguran en sus comunicados, a lo mejor “entre líneas”, que la aparición de un rastro de código genético (amplificado por la PCR) no da garantía de que haya un virus con capacidad infectiva en la persona.
He visto un texto publicado en BMJ (British Medical Journal) sobre aspectos diversos sobre la práctica ante Covid-19, en su revisión de 19 de Agosto 2020, y vuelve a recalcar que los RT-PCRs no son en absoluto fiables cuando se realizan en poblaciones asintomáticas de bajo riesgo, donde la probabilidad de infección es de moderada a baja.
En esta situación, el valor predictivo positivo es de 4’3%, con lo que las cifras de falsos positivos puede llegar hasta un 95-96%. En estos casos (falsos +) puede haber habido una reacción cruzada con otros coronavirus, por ejemplo, tras pasar un catarro vulgar tiempo atrás.
En el otro lado de la balanza, BMJ apunta también la posibilidad de falsos negativos y su repercusión en dar falsa seguridad en las personas… pero ahora no voy a entrar en esta cuestión.
El médico a pie de calle o en hospital, a la hora de establecer un diagnóstico, se debe guiar siempre por la clínica, los síntomas y signos que presenta una persona, y acompañarse posteriormente de pruebas complementarias que ayuden en dicho diagnóstico.
¿Qué ocurre? Pues que el cuadro clínico característico de la Covid-19… no es característico de la Covid-19, propiamente dicho. Es compatible con diversos cuadros gripales o pseudogripales, que después se pueden curar con facilidad (la mayor de las veces)… o presentar complicaciones.
Y si nos fiamos exclusivamente de las PCRs (en este caso, RT-PCR) pues… pasa lo que pasa. Además del dato aportado previamente desde la prestigiosa revista británica BMJ, voy a la cercana Oxford, a una de las instituciones más clásicas dentro de la Medicina.
Allí, tiene su sede el Centro de Medicina Basada en la Evidencia. ¿Y qué nos dice esa institución? Pues, directamente, que no está claro que lo amplificado en las RT-PCRs, ese material genético ARN, representa a un virus infeccioso.
Y añaden: “Si esto no se comprende, los resultados de la PCR pueden dar lugar a restricciones para grandes grupos de personas que no presentan riesgo de infección”.
¿Cómo hay que decirlo para que esta realidad cale en los médicos y en las autoridades? ¿Gritando por las calles para que nos llamen “negacionistas”, “terraplanistas”, “pseudocientíficos”… o cualquier otra memez?
Ahora he visto que el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos emitió un comunicado de prensa (fecha 16 Febrero 2020) en el que, en el sexto punto (me gustaría destripar otros anteriores pero no voy a tener espacio) dice expresamente: “Las mascarillas no sirven de nada al aire libre ni tampoco en lugares del mundo donde no hay transmisión local, como por ejemplo España, en este momento”.No sé si el CGCOM, en la actualidad sigue pensando lo mismo...
Y, para terminar, acaba con un séptimo punto en el que se puede leer: “Su médico es su mejor aliado y consejero en caso de presentar cualquier duda o problema de salud, ahora y siempre.” Y yo les pregunto a mis augustos colegas: ¿por teléfono, por estar cerrados los centros de “salud”, con seis minutos por persona? ¡¡Vergüenza me daría!!
Salud para ti y los tuyos