EL CONFINAMIENTO Y SUS POSIBILIDADES (1)
Ya podemos tener la percepción de que nos suena de algo la cara de estas personas con las que nos encontramos en casa rato sí, rato también, a lo largo de estos días de confinamiento…
Fuera bromas, en este artículo voy a comentar y describir algo que podemos hacer de cara al mantenimiento de nuestro cuerpo físico (nuestro cimiento) en una mejor forma. Me vais a perdonar la longitud de este escrito pero la cosa ha salido así.
Lo primero que se nos puede ocurrir es la realización de ejercicio físico: sentadillas, abdominales, subir y bajar escaleras (ordenadamente en el vecindario para no chocarnos con nadie)… Pero mi propuesta es más íntima, más profunda.
Todos tenemos un cuerpo que está diseñado para interactuar, recibir y, en ocasiones, incorporar percepciones y/o sustancias del exterior. Para lo incorporado por vía digestiva, contamos con un sistema compuesto, a modo de engranaje de reloj suizo, de los siguientes procesos: mordida, trituración, deglución, recepción, digestión, asimilación de lo útil y expulsión de los desechos.
Lo que ocurre es que, generalmente, por vivir en este mundo “desarrollado”, incorporamos sustancias no adecuadas, trituramos deficientemente lo que ingerimos… y nuestro sistema perfecto de digestión puede sobrecargarse en el proceso de digestión, asimilación y expulsión, llegando a someter a nuestro órgano de depuración principal, nuestro hígado, a unos niveles de intoxicación intolerables.
Si no lo percibimos tan abruptamente es porque el nivel de intoxicación se produce gota a gota a lo largo de años… y por la gran capacidad de adaptación, generosidad pura, con la que nos regala dicho órgano.
Voy a describiros a continuación un sistema de depuración, de limpieza del hígado que a todos nos vendría bien realizar de vez en cuando. Esta información me llegó ya hace un montón de años por la labor divulgativa que hizo Andreas Moritz a través su libro “Limpieza hepática y de la vesícula biliar”.
Yendo al grano, voy a describir el proceso, siendo consciente de que no existe el “café con leche para todos”; quiero decir con esto que, aunque me parece una forma genial de “deshollinar” nuestros conductos hepatobiliares, no será el procedimiento ideal para todo el mundo… y que cada cual debe ser el único responsable de lo que hace con su cuerpo.
El procedimiento parte de una fase de preparación a lo largo de una semana, en la que se aconseja vivamente “comer limpio”. Esto quiere decir: prescindir de frituras, azúcares de fácil absorción, tóxicos diversos (alcohol, drogas…), alimentos con proteína animal (carnes, pescados, lácteos, huevos…) y alimentos o bebidas a baja temperatura, siendo aconsejables ingerir alimentos calientes, infusiones… Durante esta semana se tomará diariamente un litro de zumo de manzana, a ser posible de origen orgánico-ecológico, por el efecto dilatador de las vías biliares. El zumo se tomará a sorbos mientras el estómago esté vacío, sin mezclarlo con las comidas.
Habitualmente, se intenta dejar libre un fin de semana el “fin de fiesta” de esta limpieza, tras la fase preparatoria, porque va a exigir un minutaje muy concreto en la traca final. Ahora, con la reclusión que estamos viviendo en nuestras casas, no hay problema, jeje. Para esta última fase, se requiere: sales de Epson (sulfato de magnesio en polvo para tomar por vía oral), zumo de pomelo (o, como alternativa, una mezcla de naranja y limón) aceite de oliva virgen extra, y algún recipiente, tipo botella, para hacer las mezclas.
Es recomendable una limpieza de colon previa al fin de fiesta. Lo ideal sería pasar por una sesión de hidroterapia de colon (existen profesionales cualificados), en la que una maquinita te hace todo el trabajo. También lo podemos hacer en casa con un enema (de agua con sal marina, de café…).
Día “D”, hora “H”: tras la semana de preparación, el día en que vamos a comenzar la traca final, se tomarán exclusivamente frutas y zumos. Al mediodía se pueden comer verduras al vapor con arroz basmati ligeramente sazonado, sin aceites, mantequillas…, y dejar de comer y beber (salvo agua si tenemos sed) desde las 14h.
Vamos a preparar una dilución con las sales de Epson, que posee una función dilatadora de los conductos biliares: añadir cuatro cucharadas soperas de sales a 3 vasos de agua (si se puede filtrada, mejor). Esta dilución se mantendrá en un recipiente (botella, tarro) que se pueda agitar con vigor (una sucusión) y se tomará a lo largo del fin de semana en cuatro dosis, cada una de ellas llenando alrededor de ¾ de vaso. Aviso de que tiene un sabor amargo algo desagradable (se aconseja lavarse los dientes posteriormente).
A las 18h: tomar la primera dosis de la dilución.
A las 20h: tomar la segunda dosis de la dilución.
A las 21h30: si a esta hora aún no se ha evacuado y no se ha realizado una limpieza de colon previa, sería interesante aplicar un enema para iniciar el movimiento intestinal evacuatorio de lo que vaya a salir por las vías biliares.
A las 21h45: lavar bien los cítricos elegidos (pomelo o la mezcla de naranja y limón), hacer el zumo (sin pulpa) hasta conseguir ¾ de vaso. Mezclar este zumo con ½ vaso de aceite de oliva y agitar fuertemente dicha mezcla hasta que se observe algo homogéneo.
A las 22h: permanecer de pie al lado de la cama y tomar la mezcla sin demorarse una eternidad…
Acostarse inmediatamente boca arriba, con alguna almohada o cojín extra para mantenerse ligeramente incorporado y dificultar la aparición de posibles náuseas, a oscuras y sin hablar. Trata de dormir. Es posible que haya necesidad de evacuar durante la noche. No hay problema en levantarse para ello.
A las 6-6h30 (por la mañana del día siguiente): tomar la tercera dosis de las sales de Epson diluidas en agua. Descansa, aunque ya es preferible que el cuerpo lo mantengamos en posición vertical.
A las 8-8h30: tomar la cuarta y última dosis de las sales de Epson.
A partir de las 10-10h30: ya se puede ingerir algún zumo de frutas fresco; y, a la media hora, se puede tomar alguna pieza de fruta fresca. Al rato, ya se podrán ir ingiriendo alimentos sólidos, pero teniendo prudencia de no excederse, sabiendo que acabamos de realizar una prueba de estrés al sistema hepato-biliar (casi como los “estrés-test” que se realizan a los bancos).
Las deposiciones que se hagan, generalmente van a ser líquidas con algunos sólidos (mezcla de heces fragmentadas y restos biliares, incluso piedras). El proceso se irá autolimitando espontáneamente.
A los dos o tres días de la limpieza descrita, se aconseja realizar otro enema para terminar de limpiar los restos biliares que hayan quedado a lo largo del intestino grueso.
Para que el sistema hepato-biliar termine de limpiarse, Andreas aconseja repetir esta limpieza cada dos o tres semanas hasta que dejen de salir por vía fecal los restos biliares compactos. También se puede alargar el tiempo de demora entre las limpiezas, sin sobrepasar los dos o tres meses.
Andreas Moritz avisa que para realizar esta limpieza, es necesario que la persona no se encuentre en el curso de una enfermedad aguda, aunque sea un resfriado. También comenta que para procesos crónicos, la limpieza hepática es algo interesante de realizar como ayuda al cuerpo para mitigar los efectos de ese cansancio que conlleva la cronicidad de una enfermedad.
Y como con estas limpiezas de hígado se van a remover sustancias tóxicas, al cabo de dos o tres de ellas, conviene realizar una limpieza de riñones. Pero esto vendrá en otro capítulo.
(continuará)
Salud para ti y los tuyos.