OPINIÓN - Vida y tiempo
André Gorz en su libro El hilo conductor de la ecología ofrece muchas claves sobre la realidad laboral y social contemporánea. Es un pensador brillante que destaca por su agudeza ante los conflictos sociales de las últimas décadas en el mundo. Ofrece soluciones realizables y colabora con Sartre.
Como indica Willy Gianinazzi la primera obra de André Gorz de 1958 es una novela autobiográfica, que Jean Paul Sartre prologó y elogió. Escribió en varios periódicos y fue redactor. Fue autodidacta y siguió la senda filosófica abierta por Husserl, Sartre y otros filósofos.
El último libro de Gorz fue publicado en el año 2006. En 2007 se suicidó junto con su compañera a los ochenta y cuatro años. Su pensamiento filosófico puede calificarse de existencialista, porque sus reflexiones buscaban la plena realización existencial de cada individuo en el interior del capitalismo neoliberal que conoció y analizó.
Busca una vida realmente auténtica y está convencido de que el mundo está cambiando a marchas forzadas. Es partidario de un reparto de las horas de trabajo para el logro de una distribución más justa de las ocupaciones remuneradas.
Si bien esto es solo un paso previo a una sociedad solidaria basada en la cooperación y sin los excesos del capitalismo salvaje que está basado únicamente en el beneficio.
Era consciente de que la automatización y la informatización están eliminando masivamente el trabajo y esto es algo que no es negativo, ya que deja más tiempo libre para el desarrollo de actividades que respondan a los deseos más profundos de las personas.
Es otra nueva concepción o interpretación de la vida. Al respecto, escribe Gorz: «Yo soy partidario de una superación de la “sociedad del trabajo” para acceder a una sociedad de la autoactividad que reduzca a un mínimo residual el trabajo y la producción regida por la racionalidad económica».
El sentido de la vida lo da la acción libre en este mundo. Es evidente que los planteamientos de los utopistas del siglo XIX siguen siendo válidos, de forma general. Por ejemplo, Marx estaba convencido de que el trabajo tenía que llegar a ser una actividad autónoma en la que cada persona se realizara plenamente.
Se entiende, por tanto, que Gorz afirme que nosotros no estamos al servicio de la sociedad, sino al contrario. André Gorz es partidario de la renta básica suficiente para vivir con dignidad. Se anticipa a economistas que, posteriormente a su muerte, han descrito las ventajas y beneficios de una renta o subsidio, al menos para los más desfavorecidos, ya que es esencial para las economías de los países. Es una forma de redistribución de la riqueza de un Estado desde una perspectiva de justicia social y de bienestar individual y colectivo.
Está convencido de que la creación de mayores vínculos sociales a través de redes de cooperación gratuita es algo alcanzable en la sociedad de la información o del conocimiento.
La creatividad y la imaginación son los mayores activos de las personas que activamente crean o trabajan en lo que les gusta o apasiona. Es un nuevo modo de entender la existencia que supera la desfasada red económica del neoliberalismo.
Gorz critica que muchas grandes empresas paguen pocos impuestos y que obtengan demasiados beneficios. Estamos ante el reto de crear o inventar una nueva sociedad y un nuevo mundo de la autoactividad.
En realidad, es la superación del capitalismo por el cambio tecnológico y social que se acelera a un ritmo vertiginoso. Además, está siendo impulsado por el teletrabajo, la teleformación y las posibilidades inmensas que ofrece Internet a todas las personas.
La autonomía de las personas se ve reforzada de esta manera. Lo que exige también un compromiso de esfuerzos sostenidos y también de nuevos planteamientos acerca de la distribución de los tiempos personales en relación con el ocio y la actividad.
Ciertamente, también fue un visionario, puesto que anticipó, en cierto modo, lo que está sucediendo actualmente. Con menos horas de trabajo se puede llegar a vivir con buenas condiciones. Si bien el consumismo y el hedonismo existente refuerzan el exceso de producción y esto es considerado por él como negativo y contraproducente para una mejor calidad de vida y una mayor libertad en todos los aspectos.
Produciendo tres veces menos se podría vivir en los países, según Gorz. El exceso de producción beneficia a una élite en detrimento de la inmensa mayoría de las personas. Es algo que se deduce claramente de las tesis de este intelectual.
JOSÉ MANUEL LÓPEZ GARCÍA