A lo largo de la historia, el ser humano se ha dedicado a oprimir a
todo tipo de especies animales, incluyendo su propia especie,
contribuyendo de este modo a la extinción de muchas de ellas.
Quien ejerce el poder, tiende a dominar al más débil. De humano a
humano, del hombre hacia la mujer, del hombre blanco al hombre negro,
hetero-trans, rico-pobre, adulto-niño, etc. Pero también en el trato
hacia los animales.
Se nos llena la boca cuando hablamos de justicia climática, de
ecocidios. Sin embargo, acostumbramos a olvidar la justicia animal.
Esa justicia y respeto hacia los animales que utilizamos a diario.
Podríamos pensar que el resto de especies son tenidas en cuenta desde
un prisma ecologista. Pero la incongruencia en esta defensa sale a la
superficie cuando no se utiliza la misma ética para defender la casa y
a todos sus habitantes por igual.
Bienestar animal o producción ecológica no dejan de ser eufemismos
convertidos en producto de negocio, mediante un excelente trabajo de
marketing.
Esta disección creada desde la defensa del medio ambiente y sus
recursos naturales tiene una triple vertiente; a saber, una flagrante
falta de respeto hacia el planeta, por la repercusión del consumo de
carne y peces; en el maltrato y sacrificio de los propios animales,
especialmente cruel en la industria láctea como en la industria del
huevo y por último, hacia la salud humana, debido a la ingesta de este
tipo de alimentación y sus consecuencias sobre la sanidad pública.
Luchamos con auténtico fervor por no mercantilizar ni capitalizar los
recursos de la naturaleza, pero no tenemos ningún reparo en hacerlo
hacia los cuerpos como objeto de consumo, independientemente del tipo
de utilización, aunque éstos provengan de animales no humanos.
Pero no nos llevemos a engaño. No hablamos de un tipo de dieta.
Hablamos de una actitud moral, de una consideración ética de respeto
hacia todo sujeto o grupo oprimido.
En definitiva, hablamos de no discriminar por el tipo de especie. Al
igual que no se pueden defender los derechos de la mujer española sin
defender al mismo tiempo los derechos de las mujeres inmigrantes,
tampoco se puede defender el derecho a la vida de nuestro planeta y de
algunos animales domésticos, mientras utilizamos y nos comemos al
resto. Porque todos ellos sienten por igual.



JOSE JAVIER NAPAL GÓRRIZ,
Presidente y miembro de la asociación Libertad Animal Navarra