LOS POSOS DE LA DESPREOCUPACIÓN
Era la meta, pero no fijada, ni planeada, ni pensada, nada de eso.
Matilde reservó, sin peros, ni preocupaciones, aquel paraíso.
Simplemente pensó que se lo merecían, unos más que otros, pero merecedores, al fin y al cabo (acabo...).
Fue la sorpresa que daría a su -castigada- familia para las vacaciones de aquel verano tan especial. Especial más para algunos que otros, pero especial al fin y al cabo (acabo....).
Llegaron al paraíso, en un precioso y acogedor pueblico* del Norte de Gerona.
*Sí... soy navarra.
Cuando Sofía y Mirene -tras insoportables quejas por el largo e incómodo viaje- vieron ante sus cansados ojos el paraíso, el malestar desapareció por efecto de la Magia que proyectaba su casa, su casa para los próximos 6 días.
Dexter, un flaco galgo adoptado, saltó del coche con igual emoción. Se dijo "joder, creo que no me van a poner ni collar!, guauuu!!".
Pachi, el acalorado papá, se quedó vaciando el coche de maletas. Sudando a mares subía por aquella chulísima escalinata sin apenas sentir emoción. En su cabeza: "ya tengo de qué quejarme en menos que canta un gallo, desafinado, pero gallo, al fin y al cabo. (Acabo..)
Sucedieron los días flotando, flotando cada uno en el mar que casi podían acariciar. Ahí ya dependía de la capacidad emocional de cada uno. Misma familia, 4 vidas solteras -porque las vidas no se casan, digo yo. En cualquier caso, pueden cansarse.
Regresaron, contentos todos. Aunque ninguno de ellos hubiese vivido la misma experiencia.
La familia se rompió tiempo después. Cada uno tomó sus derroteros, a veces solos y otras veces uniéndose los cuatro, o uno con otro, o qué más da.
Nadie ponía pegas, que ni tan malo el fruto.
Matilde se tumbó, creo, que era martes, y, recordó el paraíso. Se hizo un pequeñísimo canuto de marihuana. Cerró los ojos y la sintió, de modo mágico, de nuevo.
Sintió la despreocupación. Había un remite.
"balcó de la mar"
Y acabo, ahora sí.
Despreocupada.
Marta Salas