Violencia
Como muchos otros, hay un sueño que se me aparece con frecuencia: me encuentro en una situación límite y no me sé defender, no sé si paralizado por el terror o la cobardía, pero no tengo fuerzas para dar un puñetazo, me siento como un muñeco de trapo que no sabe reaccionar.
Si los sueños se pudieran interpretar, éste podría hacerse desde distintos prismas, que vendrían a decir mucho o muy poco de mí.
Hace años, sin embargo, me vi enfrentado a una situación real de violencia.
Estábamos en casa un fin de semana, tranquilos, tirados en el sofá, amodorrados tras la comida, cuando un vecino, que creíamos perturbado, y que esa noche lo demostró, llamó a la puerta repetidamente. Yo quedé dormido mientras Fran se acercaba a abrir, cuando escuché gritos y golpes. Di un salto del sofá y me encontré con una escena desagradabilísima de violencia inadmisible. Ese hombre quería arrojar a Fran por la ventana del tercer piso donde vivimos entre alaridos indescifrables.
No sé cómo ni de dónde saqué la fuerza, pero casi le abrí la cabeza a esa persona a base de puñetazos para conseguir alejarlo. Recuerdo los regueros de sangre en la escalera.
Llamamos a la Policía, denunciamos el caso y ese vecino desapareció del bloque para siempre.
El médico forense del juzgado certificó mi brazo amoratado e inflamado por golpes de autodefensa que, ahora, conforman otro tipo de sueño indeseado.
Cuando las circunstancias se vuelven límites, la fiera que llevamos dentro despierta, a pesar de nuestra exquisita racionalidad.
Y asusta.
Salvador Navarro - Escritor
Autor de 'Nunca sabrás quién fui'