SALVADOR NAVARRO - ESCRITOR AUTOR DE 'NUNCA SABRÁS QUIÉN FUI
Campanas
Hay personas afortunadas que tienen una memoria estructurada, diáfana, que les hace volver a cualquier punto, de cierta relevancia, de su pasado, y describirlo con naturalidad, como si lo estuviesen viendo.
Tal vez por eso yo escribo mis recuerdos antes de que se transparenten.
Conozco mucha gente con esa capacidad, pero si en alguien es especialmente pronunciada es en mi querida Mariángeles.
Al tener tanto pasado compartido, ella me sirve de catalizador para explotar sensaciones olvidadas en el batiburrillo de recuerdos desordenados de mi memoria.
Creo, sin embargo, que el camino más corto para llegar a escenas fijas de mi pasado, feliz o no, me vienen por los olores. Un perfume que me puede llevar a mi madre, un aroma de madera a la casa de mi abuela, pasar al lado de jazmines a mi infancia, arena húmeda de lluvia, no sé en qué porcentaje ni qué tipo de tierra, me puede hacer pensar en mi primera declaración de amor, acercarme a una cocina, a una piscina, a una iglesia.
Se dice que en la vida siempre hay que mirar hacia adelante, algo con lo que no puedo estar más de acuerdo; pero siempre teniendo presente, en algún rincón íntimo de ti, las experiencias pasadas.
Hay tanta gente que ha pasado por mi vida, he reído tanto con ciertas personas que siempre estarán ahí, que sería una falta de respeto a mí mismo olvidar.
No olvido los amores pasados, ni las confidencias, ni esos viajes por medio mundo, ni los llantos por muertos que lo son menos al recordarlos.
Cernuda lo describía desde el exilio mexicano, cuando las campanas de la catedral le llevaban a las de la Sevilla de su infancia, a la que nunca volvió.