SALVADOR NAVARRO - ESCRITOR AUTOR DE 'NUNCA SABRÁS QUIÉN FUI
Aburrirse
Aburrirse es un verbo feo.
No en pocas ocasiones se hace referencia a él como paraíso inaccesible en estas cárceles de hiperactividad por las que a menudo transitamos sin quererlo.
Para mí, en cambio, hay pocos adjetivos menos estimulantes que el derivado de ese verbo. Yo, si en mi mano estuviera, lo quitaría del diccionario para evitar la posibilidad de utilizarlo. Obligaría así a que, en su ausencia, se utilizaran expresiones como introspección, meditación, sosiego, desconexión.
Pero no soy King-Jong-Un, ni esto es Corea del Norte, para decidir cómo la gente debe encauzar su vida, de modo que no me admitirían la prohibición.
Porque el hecho en sí de aburrirse se da, muy a mi pesar. Ya no sólo en niños pequeños que necesitan estímulos de forma continua y a los que un parón de actividad los mata, sino a muchos adultos que no han cultivado en su vida el estímulo de la curiosidad.
¡Hay tanto por descubrir!
Donde hay curiosidad no hay aburrimiento, porque en ese caso incluso una tarde tonta de sofá se convierte en un romance sereno con nuestro interior.