OPINIÓN
EL TIEMPO SE AGOTA PARA FRENAR EL CAMBIO CLIMÁTICO
Intensas olas de calor en Turquía y Grecia, con temperaturas que se han acercado a los cincuenta grados centígrados en algunos días, y que han provocado grandes incendios forestales, de una gravedad que no se recuerda. Lluvias torrenciales en Alemania y Bélgica, también inusuales, que han provocado inundaciones con un balance de doscientos muertos. Todos estos hechos ilustran la multiplicación de los fenómenos meteorológicos adversos en Europa que, según los científicos, responden al cambio climático acelerado que sufre el planeta. En su día ya advirtieron que estos impactos del calentamiento de la atmósfera aumentarían su frecuencia y su gravedad. Este mismo año se han producido ya hechos similares y sin precedentes en Estados Unidos, Canadá, Australia y China.
La multiplicación de incendios forestales, que queman y han quemado enormes hectáreas de bosques en todo el mundo, provocados por las altas temperaturas, generan importantes cantidades de dióxido de carbono en la atmósfera y destruyen árboles que, precisamente, lo podrían absorber. Los incendios forestales son, por tanto, carburantes que aceleran a su vez el cambio climático.
El calentamiento del planeta y sus efectos han dejado de ser ya un pronóstico científico para convertirse en una realidad presente que, según todos los indicios, tiende a agravarse, con los peligros que ello supone.
En este contexto, el Grupo de trabajo del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas, acaba de lanzar el documento de síntesis del Sexto Informe de Evaluación ("la base de la ciencia física"), que a lo largo de 2022 se irá completando con la publicación de los informes de los dos grupos de trabajo restantes (GT II, sobre adaptación; y, GT III, sobre mitigación), para cerrar el Sexto Informe de Evaluación (AR6).
De forma resumida, las conclusiones del informe suscrito por más de cincuenta científicos pueden sintetizarse del modo siguiente:
1. Queda constatada la influencia de la actividad humana en un aumento sin precedentes de la temperatura, y ello ha derivado en la retirada de glaciares, en la acidificación de océanos y en el calentamiento global durante las dos últimas décadas, con una diferencia de 1ºC comparado con el período 1850-1900.
2. El dióxido de carbono y el metano se presentan, con diferencia, como los gases de efecto invernadero (GEIs) más relevantes que provocan dicho incremento.
3. Resulta indiscutible que estamos llegando a un punto de no retorno, con un sometimiento al Planeta a un stress climático sin precedentes donde se pone de relieve que no existe parangón del incremento de temperatura de la tierra en la última década respecto a los 125.000 años anteriores o del océano respecto a los 11.000 años anteriores. Algunos cambios son ya irreversibles.
4. La temperatura global seguirá incrementándose en la proyección media por encima de los 2º C, lo que comporta el automático incumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París. Solo una drástica reducción de emisiones podría reconducir dicha situación.
5. La situación actual determina un incremento de la frecuencia e intensidad de las olas de calor, precipitaciones torrenciales, sequía, ciclones y reducción del hielo Ártico, nieve y permafrost. Los escenarios regionales confirman esta tendencia.
6. Solo fuertes y sostenidas reducciones de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero podrían atenuar el cambio climático en marcha. Pero, incluso en estas circunstancias, estabilizar las temperaturas y el sistema climático podría tardar de 20 a 30 años.
Los efectos del cambio climático son reales, están sucediendo ahora, algunos son irreversibles y durarán siglos incluso en el mejor escenario. Las conclusiones del último informe el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), son una alerta roja para la humanidad. Por primera vez, el IPCC afirma que no hay absolutamente ninguna duda de que es la actividad humana, principalmente a través de la quema de combustibles fósiles, la que provoca la acumulación de gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera y elevan la temperatura del planeta.
Además, el informe asegura que los cambios a largo plazo ya están en marcha. El IPCC considera inevitable que, haga lo que haga la humanidad, el calentamiento llegue a 1,5 grados para 2030. En ese mundo, sequías que sucedían un par de veces cada siglo empezará a suceder un par de veces cada década. El nivel del mar aumentará al menos 40 centímetros. Actualmente, el debate se sitúa, en si llegaremos a tiempo de adaptarnos a ese mundo y si somos capaces de mitigarlo. Porque ese sería el mejor escenario, si se produjera un recorte de emisiones verdaderamente inmediato y muy fuerte.
Porque de lo contrario, si se sigue como hasta ahora, la temperatura podría aumentar hasta cuatro grados de media en este siglo, derritiendo de manera irreversible el Ártico y haciendo imposible la vida humana tal como la conocemos en buena parte del planeta.
Sin duda, la situación es gravísima. Resulta importantísimo, por tanto, lograr que la comunidad internacional asuma la responsabilidad que tiene con respecto a la conservación del planeta para las nuevas generaciones. En este sentido son necesarias políticas medioambientales mucho más ambiciosas -la UE y el Gobierno español, y el Gobierno de Navarra a nivel regional, han presentado objetivos alejados de las indicaciones que arroja la ciencia climática, aunque los de algunos otros países sean aún peores- y presionar a los gobiernos para cumplirlas desde una mayor concienciación y movilización social. Son muchos los intereses económicos y políticos que presionan en contra de las transformaciones económicas necesarias para la descarbonización de la actividad humana y de la economía.
Es necesario e imprescindible un cambio radical en el sistema económico, de producción y consumo, que nos ha llevado al punto crítico actual. Punto en el cual ya es difícil ocultar la evidencia del otro punto, el de no retorno, que está, como mínimo, muy cerca. Tal y como ha ocurrido ya en la Amazonia, que emite más dióxido de carbono (CO2), que el que absorbe.
De no accionar sin más dilación e inmediatez los frenos de emergencia del sistema nos llevaría a un cambio climático ya absolutamente desbocado, y la propia supervivencia del planeta Tierra está en juego.
Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente