EL LAVADO VERDE, O LAVADO DE CARA, O GREENWASHING
Todo es -hoy, ahora- natural, muy natural, lo más natural, natural al 100%. Especialmente, natural al 100%; como si se pudiera ser sólo natural al 20% o al 34,2%. Esta feliz expresión comercial de “natural al 100%” está haciendo furor entre los publicitarios, para quienes todo ha pasado a ser, de un tiempo a esta parte, natural al 100%; desde los zumos tropicales hasta la última y más vanguardista de las modas.
Y lo que decimos de esta cualidad natural, podríamos hacerlo extensivo, con el mismo rigor y asombro, a ese aluvión incontable de productos que invocan, según los casos, su virtud ecológica, los beneficios derivados de su carácter bio, su capacidad plena de reutilización o, cuando menos, reciclable, light y, mientras no pueda presumirse nada en contrario, obtenido por los más cuidadosos procedimientos de la agricultura biológica, en el caso de algunos alimentos.
El lavado verde de determinadas empresas llega en forma de anuncios de televisión y radio, en marquesinas de transporte o con la firma de convenios y compromisos para respetar el medio ambiente que no tienen ningún tipo de valor jurídico, y se trata de una prostitución del lenguaje.
Es el caso de la empresa Valle de Odieta SCL, propietaria de la macrovaquería de Caparroso y promotora del proyecto de Noviercas en Soria. Desde que contrataran una agencia de comunicación para lavar su deteriorada imagen por la nefasta gestión ambiental que llevan a cabo en Navarra, su macro explotación de ganadería industrial pasó, de repente, a ser denominada ‘biogranja’. El departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra advirtió hace unos días a la empresa Valle de Odieta que no puede utilizar el término bio para referirse a estas instalaciones, con 5.200 vacas actualmente, y que tiene permiso para llegar hasta las 7.000. Así se recoge en una respuesta de la consejera Itziar Gómez a una pregunta formulada por el parlamentario Adolfo Araiz (EH Bildu) sobre si esta granja cuenta con certificación ecológica para sus productos.
Por otra parte, analistas de la organización internacional para la estandarización ambiental ECOS y de la alianza Rethink Plastic han examinado las afirmaciones relacionadas con el impacto medioambiental de 82 artículos con componentes o envoltorios de plástico. Los productos estudiados incluyen algunos de los que más comúnmente aparecen en las playas de toda Europa, como botellas, bolsas y cubiertos de un solo uso, y han llegado a la conclusión de que casi la mitad de las afirmaciones `verdes´ en el etiquetado de productos plásticos pueden ser engañosas.
La falta de una legislación clara y específica sobre las afirmaciones `verdes´ en los productos da libertad a las empresas para usar un lenguaje ambiguo, que a menudo puede ser confuso y potencialmente engañoso para los consumidores. Basta con acercarse a cualquier supermercado para encontrar un sinfín de proclamas `verdes´ en productos plásticos.
Los resultados se han publicado en el estudio “Too good to be true? A study of green claims on plastic products”, y reflejan que muchas de esas afirmaciones son irrelevantes para abordar la crisis del plástico o se apoyan en pruebas poco sólidas. Algunas de sus principales conclusiones son que, el 75% de las afirmaciones examinadas eran de elaboración propia y no estaban verificadas por organizaciones terceras independientes; el 49% eran potencialmente confusas para los consumidores, ya que no proporcionaban suficiente información; el 46% era irrelevante para abordar la contaminación por plásticos; y el 26% carecía de pruebas que las acrediten y, por lo tanto, se consideraron no fiables.
La mayoría de las afirmaciones encontradas durante la evaluación se referían a las siguientes características: reutilizables, reciclables, que contienen material reciclado, biodegradables, compostables y de base ecológica (bio-based).
Los autores del estudio destacan algunos de los ejemplos encontrados que consideran más negativos, como vajilla `reutilizable´, en donde se encuadran vasos, tazas, platos y cubiertos de plástico baratos que se venden como `reutilizables´ en los supermercados. Esto se debe a la falta de normas claras sobre lo que puede denominarse reutilizable. Los analistas concluyeron que se necesitan definiciones y criterios claros sobre qué hace que los artículos de plástico sean reutilizables. Otro ejemplo es de la ropa `biodegradable, que se trata de productos que dicen ser biodegradables en vertedero. Estos productos, sin embargo, estarían incentivando el modelo de consumo lineal de comprar, usar y tirar.
Sin duda, hay un término de actualidad, el “greenwashin” o lavado de cara ecológico, que define el marketing de empresas que, llevando a cabo actividades altamente perjudiciales para el medioambiente con el único objetivo de obtener un creciente beneficio económico, no dudan en engañar al consumidor creando una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica, vaciando de contenido los términos de sostenibilidad, economía circular, bio, etcétera.
A la vista de las cada vez más afirmaciones muy poco fiables es necesario exigir a los responsables políticos que actúen para reducir drásticamente el “greenwashing” -o lavado verde-, y en este sentido hay algunas cuestiones que se podrían poner en marcha como eliminar las definiciones ambiguas en la legislación y las normas; establecer normas claras en la legislación sobre qué se puede afirmar en los envases y qué no; reforzar la aplicación de la legislación y las sanciones contra el “greenwashing”; y hacer que los productos sostenibles sean la norma y no la excepción.
Y, actuar con la máxima celeridad para poner fin a la dañina y creciente ola de declaraciones ecológicas no reguladas, y hacer que las empresas rindan cuentas. Prohibir la información poco fiable, irrelevante y confusa es un componente clave para que los consumidores puedan elegir con conocimiento de causa, y para prevenir realmente la contaminación y lograr una economía verdaderamente circular.
Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente