“La Universidad es faro cuando hace pensar a sus alumnos, y esta es una tarea esencial de los profesores”
Expertos apuestan en la Universidad de Navarra por fomentar la lección magistral, la lectura, la conversación, así como transmitir la pasión y el ejemplo en las aulas, frente a la eclosión de nuevas tecnologías docentes
“La Universidad es faro cuando hace pensar a sus alumnos, y esto es una tarea esencial de los profesores”, afirmó Aurora Bernal, profesora de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Navarra. La experta intervino en la VII Jornada sobre la identidad, bajo el título “Pensamiento crítico en la Universidad: despertar el interés por la verdad”, en la que participaron más de 100 personas, entre asistentes presenciales y online.
Aurora Bernal señaló que “las sociedades en las que predomina una cultura de lo útil, como la actual, dejan de cultivar lo humano. En ellas existe mucho conocimiento, pero insuficiente saber profundo”.
Entre las finalidades de la Educación Superior, según la profesora de la Facultad de Educación y Psicología, se encuentra “hacer a los alumnos más sabios: potenciar la habilidad de pensar de un modo concreto, pensar críticamente”. Los alumnos de Secundaria y Bachillerato están formados, en su mayoría, para dar su opinión y “pueden no distinguir entre pensar y pensar críticamente; se plantean saber más pero no tanto pensar para alcanzar la verdad”, indicó la experta, quien matizó que aunque no todos los estudiantes son así, “están impregnados de este estilo cultural”.
“En la Universidad no nos conformamos con esto y propiciamos un pensamiento con criterio, evitando la crítica sin razones. Este requiere cribar, analizar, sintetizar, valorar, discernir lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo”, explicó. A su juicio, “sin pensamiento crítico es imposible ser libre”.
La profesora Aurora Bernal, que pronunció una conferencia titulada “Una Universidad que sorprenda e impulse a pensar”, aseguró que hacer pensar debería ser el objetivo principal de la innovación docente. “Leer, escribir y exponer son imprescindibles para desarrollar el pensamiento crítico”, afirmó. Asimismo, reivindicó la lección magistral: “La solución a la dispersión de los estudiantes, que impide que atiendan a una exposición, no es eliminar la lección magistral, como no lo es eliminar los libros y manuales”.
La investigadora propuso un procedimiento para impulsar el pensamiento crítico: sorprender, ya que la sorpresa “suscita emoción y admiración” y esta a su vez puede despertar el deseo de saber. “Una estrategia inteligente es comenzar con la realidad con la que conectan los estudiantes. Es el comienzo de una guerra en la que hay que combatir con ellos mismos su pasividad, y todo aquello que les impide elevarse”, subrayó.
La pasión y otros siete secretos de la docencia
La jornada de la Universidad de Navarra, organizada por el Instituto Core Currículum, también acogió una mesa redonda en la que participaron David Reyero, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, y Francisco Esteban Bara, de la Universitat de Barcelona. Según David Reyero, para el pensamiento actual la verdad es el gran enemigo: “Tener una voz distinta parece el principal objetivo del sistema
educativo. Sin embargo, la clave del pensamiento crítico no es la duda, es la verdad. Solo la existencia de la verdad da sentido a preguntar”, recalcó.
“El pensamiento es una consecuencia del aprendizaje”, agregó. Y la única receta válida es enseñar con toda la intensidad: “El secreto de la buena docencia es la pasión. De ahí mi escepticismo por insistencia en la metodología”.
Sobre este tema, Francisco Esteban Bara añadió que frente a la eclosión de metodologías, para cultivar el pensamiento crítico “quizá no hay nada mejor que contemplar el ejemplo”. “En un sola clase pueden pasar cosas absolutamente maravillosas. No hace falta programarlas en exceso; basta con llevarlas en la cabeza y en el corazón”.
En este sentido, hizo siete recomendaciones a los profesores: ser crítico con uno mismo; estar dispuesto a dudar; salir de la propia asignatura; explicar la propia experiencia como buscador de verdades; recomendar cultura; sembrar concordia; y tener sentido del humor. “Esto puede ayudarnos a no perdernos en el bosque de la metodología y confundir el objetivo de la enseñanza. Educar es apostar. Tener claro el objetivo y ponerlo a expensas de esa metodología”, aseveró.