A MI SANGRE, A MI CARNE

Manos padre e hijo. IMAGEN DE ARCHIVO

Desde el instante en que te vi por vez primera, teniéndote entre mis brazos, mi amor por ti fue, es  y será tan arrollador e inmenso como el propósito de estar siempre a tu lado y a tu  disposición, humildemente para lo que tú me necesites.  No, por favor... no me lo agradezcas... nada en este mundo me hace más feliz que eso, te lo  aseguro... ojalá un día también puedas experimentar la sensación de traer una nueva vida a este  mundo y sentir con tu retoño la inmensidad que siento yo por ti. Es un verdadero placer esforzarme a cada segundo de mi existencia por ayudarte en lo posible,  que me sientas cercano y allanarte todo lo que a mi alcance esté el camino áspero y pedregoso de  la vida.  Por este motivo, de la misma forma que me encanta reir y pasarlo bien contigo y adoro también colmarte de besos, abrazos, mimos y caricias, trato siempre desde toda la paciencia, ternura y  comprensión que me inspiras, de instruirte lo mejor y más sabiamente que sé para los  innumerables momentos duros que tarde o temprano se cruzarán en tu destino. Ya verás como la vida es un viaje fascinante, lleno de anécdotas y vivencias especiales y maravillosas, a veces te parecerá incluso novelesca, como un pasaje lleno de aventuras, pero de  igual manera, debo decirte que experimentarás inevitablemente el dolor y la tristeza, que se  abalanzará salvaje sobre ti como una oscura bestia.  Padecerás en tu propia piel terribles encrucijadas, encontrarás momentos en que estarás entre  multitudes, pero a la vez, sentirás el abismo de la más profunda de las soledades. Es posible que  incluso puedas llegar a pensar que este camino a seguir ni siquiera tiene sentido, que no vale la  pena y no aguantas más, que quieres tirar la toalla de una vez por todas, quedarte en la cuneta y  no continuar. Pero por favor, nunca te rindas, mantente firme y con decisión, deja que te guíe la  fe, el amor y la felicidad, la tenacidad y la fortaleza, tu sensatez. Hazlo por todos los que te amamos, pero sobre todo y ante todo, por ti. Sea como fuere y como te digo, nunca te dejes derrotar, aprieta los puños, mira el horizonte con  dicha y esperanza y no pares de luchar, da lo mejor de ti sin dudarlo, merécete todo lo que se ha  hecho por tu persona. Sé perfectamente que es más fácil decirlo que hacerlo, pero abandonar es  de cobardes y tú desde luego no lo eres...  También sucederá que, dentro de muchos años, espero sinceramente que muchos, yo ya no esté  contigo físicamente, quizás porque ya me fui o por cualquier otra remota causa o razón, pero lo  creas o no, oleadas de amor puro e inagotable te cubren, protegiéndote en todo momento y tanto  yo como todas las personas que te aman, nos aseguraremos de que sientas toda tu vida esa  invisible pero bendita protección, estando aun aquí o habiendo ya partido. De hecho, por lo que a  mi respecta, sabes que estaré a tu lado siempre, tanto en la otra vida como en esta, porque mi amor por ti no posee solamente el mero plano terrenal, sino que va mucho más allá, puedes  creerme. Seguiré teniendo el placer de continuar siendo tu guía, tu protector, y como siempre, darte todo mi más profundo y sincero amor y ternura. 

 

Manuel José Águila Martín

Breve reseña biográfica del autor:

Manuel José Águila Martín (Montornés del Vallés, Barcelona, España, 1977). Licenciado en Historia del Arte (Universidad Autónoma de Barcelona), soy aficionado desde mi infancia a la pintura y al dibujo, como también a la lectura, en especial novela. Desde hace algún tiempo, también lo soy a la poesía y publico poemas, narraciones cortas e ilustraciones en diversos periódicos y revistas nacionales. Soy admirador de Jorge Luis Borges o Miguel Hernández entre otros. Desde hace años, resido en San Martín Texmelucan (Estado de Puebla, México).