PENSAMIENTOS
Siempre desde el respeto que merecen las formas de pensar incompatibles a mi postura, admito no entender esa pasividad y conformismo de muchas personas ante la vida para no salir ni moverse de su microcosmos personal, de esa burbuja de comodidad construida alrededor suyo y de la cual, no les importa ni les atrae en absoluto nada más allá de ello. En mi opinión, hemos nacido en mayor o menor medida, para ser buscadores de experiencias que enriquezcan nuestro espíritu y renueven nuestras ganas de vivir. Tal vez suene excéntrico, puede que yo también lo sea, pero creo que la vida es un enigma precioso, un salto de fe en el que tenemos la virtual obligación de probar, ensayar, y cuando llegue el caso, errar, para poder saborear la vida como se debe, sacándole su máximo rendimiento. Tampoco quiero ser malinterpretado, no soy un loco que vive a cada segundo una vida adrenalínica y arriesgada, pero si es cierto que no me gusta quemar mi vida en favor de la comodidad e inapetencia más incondicionales. He llegado a ser algo así en ciertas etapas, pero me di cuenta de no querer ser alguien apático, sin sueños ni voluntad, es decir, sin fuego en la caldera. Cada vez es más difícil buscar nuestro rincón este mundo enajenado y complejo, pero hay que vivir sin tanto apuro por esclavizarse a una estabilidad o seguridad que falsamente consideramos eterna, pues no hay nada eterno, salvo los gratos recuerdos, y eso siempre con permiso de que no nos falle el sano juicio y la memoria. Y tiene, a mi parecer, mayor valor aún si no nos vienen dados, haciendo un esfuerzo por conseguirlos, siendo dicho valor directamente proporcional a su grado de dificultad. Por tanto, y decididamente, a cualquier persona, dentro de sus posibilidades, le diría que abra bien los ojos, y con ellos su alma, que se atreva a volar, a soñar, arriesgándose y rompiendo sus rígidos moldes siguiendo los dictámenes de su corazón, que ame con toda pasión, llevando sus sentimientos a un nivel excelso, que viva en otros países, con otras lenguas, temperaturas, razas y realidades, que persiga su felicidad empapándose de ella, y si no lo consigue porque su experiencia fue dura, que no se queje ni lamente, pues también será sumamente enriquecedora ...y todo en paz y sin preocupaciones, a fin de cuentas, el hogar siempre esperará, el pueblo que te vió nacer y formarte como persona estará en el mismo emplazamiento, casi inalterado, y en el bar de costumbre, estarán esos conocidos dispuestos a una cerveza y a conversar, como si el tiempo se hubiera detenido y nada hubiera pasado.
Manuel José Águila Martín
Breve reseña biográfica del autor:
Manuel José Águila Martín (Montornés del Vallés, Barcelona, España, 1977). Licenciado en Historia del Arte (Universidad Autónoma de Barcelona), soy aficionado desde mi infancia a la pintura y al dibujo, como también a la lectura, en especial novela. Desde hace algún tiempo, también lo soy a la poesía y publico poemas, narraciones cortas e ilustraciones en diversos periódicos y revistas nacionales. Soy admirador de Jorge Luis Borges o Miguel Hernández entre otros. Desde hace años, resido en San Martín Texmelucan (Estado de Puebla, México).