Desmintiendo la estigmatización del coaching
A lo largo de la trayectoria de esta maravillosa disciplina, surgida hace treinta años en USA, se les han atribuido a los especialistas que ejercen esta profesión “coach”, diferentes competencias, o en su defecto se les ha culpado por usurpar la identidad a psicólogos y especialistas de la salud mental, y en consecuencia atraer a sus clientes potenciales corrompiendo la economía de este sector.
Pese a la convicción extendida en gran parte de la población “el coach profesional” no es un terapeuta ni un psicólogo, puesto que no trata patologías como la depresión. “El coaching” es una herramienta de entrenamiento personal, como su propio término en inglés indica, consiste en realizar una serie de determinadas preguntas con el fin de ayudar a otras personas, a través del aprendizaje y él descubrimiento de nuevas creencias, proporcionándoles un enfoque diferente y una mayor consciencia de sus posibilidades de elección, así como determinadas técnicas e ideas que pueden aplicar en su día a día y que tienen como resultado la consecución de sus objetivos. Por lo tanto “el coach profesional” es el que maneja esa herramienta, que consiste en aplicar diferentes técnicas para eliminar bloqueos mentales que nos impiden avanzar. En resumen “la figura del coach” es la de un profesional que acompaña al cliente, a quien se denomina “coachee”. Su función es ayudarle a tomar consciencia de su situación, definir sus objetivos y avanzar hacia ellos.
No obstante, ahondando en las principales fuentes de las que se nutre “el coaching” entre ellas; la filosofía, la psicología, el management, la oratoria, la teoría del conocimiento, etc. He aquí la raíz de la cuestión, se confunde el hecho probado, que una de las bases de esta disciplina es la psicología, las diferentes técnicas, teorías o modelos que hablan de como funciona el ser humano, el modo mediante el cual se motiva y trabaja día a día, así como los sentimientos que desarrolla al respecto; como el Humanismo (Karl Roger) o la Logoterapia (Víctor Frankl) con el desempeño de la profesión en cuestión.
Mercedes Hernández Muñoz